CRÓNICA | Arrasate
PNV y PSE se quedan solos en Arrasate
El espectáculo mediático en el que se convirtió premeditadamente el Pleno municipal de Arrasate de ayer no defraudó. Y menos aún a tenor del resultado que cosechó la esperada y la tan «consensuada» moción «ética» contra ANV, que sólo refrendaron sus autores: PSE y PNV.
Gari MUJIKA
Después de que haya transcurrido más de un mes y medio desde que se plantease como una «cuestión de Estado» el desbancar a la formación ekintzale de la Alcaldía de Arrasate y, con especial interés a su alcaldesa, Ino Galparsoro, a la que auparon sus convecinos en mayo de 2007, la pretensión del PSE, que en seguida hizo suya el PNV, ni siquiera pasó la primera criba, la «ética», para dar el siguiente paso y exigir, directamente, la dimisión.
La maratoniana sesión plenaria que, tal y como subrayó en su inicio el portavoz municipal del PSE, Francisco García, se convertía en una especie de test en el que «ha llegado el momento de sacar la foto» y de que cada formación política se retrate ante la sociedad, sirvió para que las instantáneas «políticas» que se pudieron plasmar, al menos, valgan para entender que, como aseguró después Miguel Buen (PSE), «una vez más, la realidad supera a la ficción».
Si la sesión no estaba prevista que arrancara hasta las 19.00, dos horas antes ya no había ninguna silla vacía: la gran mayoría, casi todas, estaban ocupadas ya por dirigentes del PSE con distintas responsabilidades políticas e institucionales; sin embargo, sus máximos responsables, por ejemplo, Rodolfo Ares y Jesús Eguiguren, se mantuvieron en el centro, de pie, a lo largo de las casi dos horas que duró el pleno. Abandonaron en masa el salón plenario, una vez que no prosperó ninguna de las mociones presentadas y en el momento en el que un arrasatearra tomó la palabra en el turno de ruegos y preguntas.
Centralidad política total
Sólo las cámaras de televisión instaladas en el pequeño recinto superaban la veintena. Una buena muestra de la carga política que tenía el pleno de ayer. Aunque ni siquiera se trataba de una verdadera moción de censura, sí lo parecía a la vista de la centralidad que intencionadamente le dieron los partidos; en especial, el PSE.
Para las 18.00 todavía no se dejaban ver las decenas de agentes de la Ertzaintza que poco después tomaron la plaza que abarrotaban los simpatizantes de la izquierda abertzale que se concentraron con la exigencia del respeto a la voluntad popular de los arrasatearras y en apoyo de la formación ekintzale. Lo que sí llamaba la atención, a pesar de las unidades móviles de varias cadenas televisivas, era la desmesurada cantidad de policías de paisano presentes.
En el salón de plenos, además de decenas y decenas de periodistas, sólo estaban otros tantos, más de una veintena, de políticos del PSE. Enseguida comenzaron también a llegar simpatizantes de la izquierda abertzale que no se resignaron a seguir el pleno desde fuera. Y de todas las edades. Una mujer que superaría con creces la setentena y viendo que nadie le cedía la silla se plantó frente a varias concejalas del PSE donde se mantuvo durante las dos horas sosteniendo un cartel en apoyo a ANV.
Aunque al comienzo se vivieron pequeños momentos de tensión, que se tradujeron en meros reproches dialécticos, la sesión se llevó a cabo con toda normalidad, salvo las sorpresas que llegaron por boca de los concejales del Ayuntamiento. Que no fueron pocas.
Función testimonial del PNV
Minutos antes de las 19.00, todos los grupos municipales realizaron una breve reunión en la que despejaron las dudas sobre si se debía votar la totalidad de la moción presentada por PSE y PNV, o si se podía abordar por puntos. Respondiendo a la expectación mediática y pese a haberlo fijado ya de antemano, tanto los ediles de EB como el de EA realizaron la misma cuestión, justificando que sí apoyarían el primero de los puntos, pero no el resto, si no se incluían varias demandas en el citado texto «consensuado».
El portavoz del PSE fue tajante, como a lo largo de toda la sesión, al respecto de su moción ética. Mientras, los cuatro concejales del PNV fueron meros testigos del debate y realizaron la labor encomendada por el EBB con anterioridad. Si no fuese por obligado motivo, el portavoz de los jeltzales no habló en ningún momento. Sólo se activaron para alzar la mano y secundar al PSE en la moción.
Si Francisco García fue claro, conciso y rotundo a la hora de abordar la moción, tanto la representante del PP, como los de Aralar, EA y, sobre todo, EB se extendieron en sus explicaciones de forma que respondían al guión del espectáculo mediático. Sin duda fue la edil del PP, Icíar Lamarain, la que más sorpresas ofreció, enzarzándose, una y otra vez, con el portavoz del PSE y absteniéndose en el texto principal, por ser, a su juicio, «demasiado light». Incluso después, al ver que no prosperó ni la moción del PNV y del PSE, ni la de ANV ni la de Aralar, los cuatro ediles del PSE secundaron el texto alternativo del PP. Algo que no hizo, acto seguido, la edil del PP con el texto alternativo que presentó in extremis el partido en el que militaba el ex edil Isaías Carrasco, muerto en marzo a manos de ETA y, en principio, la razón principal para el impulso de estos textos.
PP se ofusca y EA rectifica
Aralar ya había fijado su posición desde semanas antes, por lo que su rechazo a la moción «ética» no fue ninguna sorpresa. Eusko Alkartasuna, sin embargo, que ya tenía «apalabrado» su apoyo -Rafa Larreina acudió al Pleno como «garante» de ese respaldo-, se abstuvo.
Pero los que tampoco se arrugaron ante las incesantes exigencias y amenazas de la Ejecutiva, fueron los ediles de EB, que mantuvieron la posición adoptada desde el inicio por la asamblea local y se abstuvieron. La representante de Zutik, sin embargo, rechazó la moción. Así pues, los votos favorables fueron los de sus promotores: cuatro del PSE y cuatro del PNV.
Sólo había que mirar los rostros de los dirigentes del PSE para ver la dimensión de su enfado. Todos los textos que se presentaron después fueron rechazados; el de ANV, el de Aralar -que fue secundado por EB-Zutik y EA- y las mociones alternativas del PSE y del PP.
Con total serenidad, y dando ejemplo de la democracia participativa que reivindica la izquierda abertzale, Ino Galparsoro ofreció la oportunidad para que cualquiera tomase la palabra. Cuando un arrasatearra lo hizo, llegó la desbandada del PSE, que indignó a los presentes. Fuera, centenares de independentistas les exigieron el respeto a la voluntad popular. Poco después arroparon y aplaudieron tanto a Galparsoro como a los ediles ekintzales.
Ante la negativa de la Corporación a respaldar el texto de PNV y PSE, se procedió a la votación de las mociones alternativas de ANV (sólo la apoyaron los ekintzales) y de Aralar, que logró cinco votos (el propio y los de EA y EB-Zutik).
La moción presentada por PSE y PNV sólo recibió el apoyo de los ediles de esas dos formaciones (un total de ocho). Los siete de ANV, el de Aralar y la de Zutik votaron en contra, mientras que los dos de EB, el de EA y la del PP optaron por la abstención.
El cuarto texto llegó de la mano del PP, que incidía en su ya conocida estrategia: desbancar directamente a ANV mediante una moción de censura. A la concejala del partido de San Gil se le sumaron los cuatro del PSE. El resto, se posicionó en contra.
La última moción debatida fue la que presentó ayer mismo, con carácter urgente, el PSE. Para sorpresa de sus cuatro representantes, la edil del PP no les devolvió el apoyo que le habían prestado antes. Votó en contra, como el resto de la Corporación.