Un grupo de miembros de la organización ecologista Greenpeace se introdujo ayer en el campo militar checo en el que está prevista la instalación, por parte de EEUU, de un radar antimisiles, donde acampó. «No queremos ser el blanco», decía la pancarta que los activistas de Greenpeace colocaron en un punto conocido como «cota 718», una colina en el campo militar de Brdy, antigua base soviética situada a unos 60 kilómetros al sur de Praga.

Lenka Borakova, portavoz de Greenpeace, explicó a France Presse que los ecologistas montaron un campamento base e instalaron plataformas en los árboles, donde tienen previsto permanecer «el mayor tiempo posible», hasta que sean expulsados del lugar.

Los opositores al despliegue del radar han multiplicado sus manifestaciones en los últimos días y los sondeos apuntan a que dos tercios de la población son contrarios a su instalación.

Aplazamiento indefinido

Coincidiendo con la protesta ecologista, los Gobiernos de Praga y Washington informaron ayer del aplazamiento, con carácter indefinido, de la firma del acuerdo sobre el radar, previsto inicialmente para la primera semana de mayo. Al parecer, no se ha podido coordinar la firma para el día 5 de mayo, cuando se esperaba la llegada a Praga de la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, para participar en una una conferencia sobre defensa antimisiles.

Ambos países no lograron la semana pasada alcanzar un consenso en torno a un segundo documento que fija, entre otras cuestiones, la jurisdicción penal, legislación medioambiental y el régimen de impuestos de las empresas, tropas y civiles de EEUU involucrados en la construcción y operación del escudo antimisiles.