La derecha alemana y con ella Merkel se enfrentan a un difícil futuro
Los sondeos siguen pronosticando una sólida ventaja de la derecha alemana, dirigida por la canciller cristianodemócrata Angela Merkel (CDU), frente a su socio de gobierno socialdemócrata, el SPD. Pero los torbellinos del mercado financiero debilitan la derecha y la consolidación del partido socialista Die Linke le obliga a buscarse nuevos socios.
Ingo NIEBEL
Todo es mejor que un gobierno de izquierdas», dijo el ex ministro presidente de Baviera Edmund Stoiber al diario sensacionalista «Bild» el jueves. Para evitar tal alianza entre socialdemócratas y socialistas, el presidente de honor de la conservadora Unión Social Cristiana (CSU) aboga incluso por el bipartito con los Verdes.
Según el veterano político, que desde noviembre de 2007 dirige un grupo de trabajo de la Unión Europea para reducir la burocracia, los ex pacifistas y ecologistas han dejado ser «los niños con los que estaba prohibido jugar». De hecho, desde esta semana Alemania cuenta ya con su primer bipartito «negriverde» a nivel regional: en el estado-ciudad de Hamburgo, el cristianodemócrata Ole von Beust gobierna gracias al apoyo que le ha brindado su nuevo socio, el Partido Verde. Han pasado a la historia aquellos encontronazos entre cristianodemócratas y verdes que hace sólo un cuarto de siglo estaban en posiciones políticas e ideológicas diametralmente opuestas.
La nueva simbiosis entre unos y otros lo demuestra también otro suceso: el que fuera experto de Hacienda de los Verdes, Oswald Metzger, acaba de afiliarse a la CDU y puede optar por una buena posición en la lista para volver como diputado al Parlamento de Berlín. Esta «cohabitación» entre verdes y cristiandodemócratas les permite a los dos partidos compartir el poder. Lo que es una necesidad para aquellos que sólo se interesan por estar en el mando y no por solucionar los problemas del país, se convierte al mismo tiempo en un peligro para la presidenta de la CDU y canciller, Angela Merkel.
La política debe su carrera frente al partido y al Estado tanto a la protección del histórico Helmut Kohl como a la crisis de la CDU, originada por éste y la financiación ilegal de la organización. Merkel ha sabido aprovechar la coyuntura para convertirse en la primera jefa de Gobierno, pero ahora, cuando el futuro de su formación como el partido más votado, parece ser más que seguro, debe temer por su posición. La razón es que ella encarna la «Gran Coalición» con el SPD. Uno que se prepara para suceder a Merkel es el ministro presidente de Baja Sajonia, Christian Wulff. Hasta ahora, ha aguantado a su rival esperando un momento más propicio para hacerse con el poder. Wulff perdió sólo unos pocos puntos en las últimas elecciones regionales porque optó por una retórica menos beligerante que su homólogo Roland Koch de Hesse. El estilo de Wulff, que tras un divorcio se acaba de casar de nuevo, compagina con los cánones impuestos por la media democracia.
el mismo dilema de la hermana bávara
El otro problema que afecta a Merkel es la crisis inmobiliaria de Estados Unidos. Muchos bancos públicos alemanes han ventilado miles de millones de euros en ultramar. Su control no ha funcionado porque los respectivos consejos de vigilancia estaban controlados por políticos. Debido a ello, el ministro presidente de Sajonia, Georg Milbradt, dimitió hace un mes. Su banco, el SachsenLB, sólo sobrevivió porque el Bundesbank y otros entes bancarios invirtieron 17.000 millones de euros para poder fusionarlo con otro instituto financiero.
El mismo problema pesa sobre la hermana bávara de la CDU, la CSU. En 2007, un casi golpe interno acabó con Edmund Stoiber frente al Estado bávaro y a la CSU. El pastel se lo repartieron Günter Beckstein y Erwin Huber. El primero se convirtió en ministro presidente y el segundo en jefe de partido y ministro de Hacienda. Ahora se ha sabido que ambos ocultaron los «riesgos» de su banco, el BayernLB. A ello se añade que la industria canceló el megaproyecto del tren electromagnético Transrapid, instigado por Stoiber. Si eso fuera poco, las encuestas sitúan a la CSU por primera vez desde hace décadas en el 50% menos equis. Para salir del dilema, Beckstein y Huber han presentado un programa para disminuir la carga fiscal en 28.000 millones de euro en los siguientes tres años. Su iniciativa ha llegado hasta Berlín y ahí no ha encontrado el esperado apoyo de Merkel. «La CDU va a presentar su programa fiscal en 2009», dijo la política mientras Huber se vio forzado a decir ante los medios que no existía motivo alguno para pensar en una bronca entre las dos organizaciones hermanas.
La CDU y CSU tienen un convenio según el cual la primera no se presenta en Baviera y la segunda no actúa en el resto de la República. En el Bundestag (Parlamento alemán,) ambos partido forman un grupo parlamentario conjunto. El acuerdo data de la época cuando la CSU cubría el espacio político entre el ala derecha de la CDU y la ultraderecha. De cara al futuro, la CSU también tiene que pensar dónde está su lugar en el nuevo paisaje político y, en el peor de los casos, quién podría ser su socio de gobierno tras las elecciones regionales de octubre.