CRÓNICA Salud laboral
Los obreros viven menos y sufren más lesiones que los mandos intermedios
El trabajo mata, si no basta con recordar los 37 fallecidos en Euskal Herria en lo que va de año, o los 125 que murieron en accidentes laborales el año pasado. Un trabajo del Instituto de Estudios Demográficos del Estado francés confirma que los obreros viven menos que los mandos intermedios y sufren más lesiones que les impiden una vida en plenitud de condiciones.
Juanjo BASTERRA
La seguridad y la salud en el trabajo también genera desigualdad social. No es nuevo ese dicho de que el trabajo mata. Ahora se sabe que los mandos intermedios que fallecen o sufren accidentes graves por su actividad laboral son muchos menos que sus compañeros de trabajo pero de rango inferior. Los empresarios, por razones obvias, sufren muchísimos menos accidentes de trabajo.
Todo esto tiene que ver con los resultados de un estudio reciente del Instituto de Estudios Demográficos del Estado francés, que en una de sus últimas investigaciones ha reconocido con datos cerrados de entre 2003 a 2005 «la doble pena de los obreros: más años incapacitados en el seno de una vida más corta».
El citado trabajo está firmado por Emmanuelle Cambois, Caroline Laborde y Jean-Marie Robine. En el mismo, se admite que a los 35 años los cuadros superiores tienen una esperanza de vida de 47 años más, es decir cuatro más que la media francesa y seis más que los obreros.
En este caso, el estudio profundiza en los tipos de incapacidad de unos y otros y los divide en tres bloques. El primero agrupa a quienes declaran una limitación funcional residual síquica y sensorial, que no está engendrada en la mayoría de las ocasiones por la actividad laboral, aunque sí que puede ser provocada en el trayecto al puesto de trabajo. En segundo lugar, se encuentra la incapacidad del segundo tipo, provocada, después de seis meses, por la actividad en el trabajo. El tercer caso se refiere a las que tienen dificultades para realizar actividades elementales.
Así, en el Estado francés un tercio de las personas con más de 35 años están afectados por el primer caso y un 18,5% por el segundo, mientras que en el tercero afecta al 4,5%. Esta tendencia se manifiesta de la misma forma entre las trabajadoras, ya que el estudio advierte que las obreras sufren incapacidad seis años más que las que ocupan mandos intermedios.
A modo de conclusión, el extenso informe detalla que «los obreros y las obreras no sólo tienen desventajas a la hora de morir, dado que tienen la vida más corta, sino que pasan también más tiempo de su vida en situación de incapacidad».
Diferencias de exposición
Según el estudio, un 60% de los trabajadores con profesiones manuales en general están afectados por limitaciones funcionales físicas o sensoriales después de los 60 años. La razón de esta situación se encuentra, según los autores del trabajo, en «las diferencias de exposición a los riesgos de enfermedades y a los accidentes a lo largo de toda su vida, además de las condiciones de vida y de trabajo, que son peores entre los obreros».
Por lo tanto, este análisis pone de manifiesto la necesidad que hay entre los trabajadores de exigir que la legislación en materia preventiva se cumpla. En este caso, Jukka Takala, director de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, considera extremadamente necesaria la evaluación de los riesgos en las empresas con el objetivo de conocer precisamente los riesgos y poner las medidas de prevención adecuadas para evitar un accidente o una enfermedad.
Está demostrada la carencia de seguridad en las empresas, sin embargo desde las diferentes administraciones no se actúa con el rigor necesario. Se ocultan accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales no aparecen. Sin embargo, en la Unión Europea se reconoce, por los estudios existentes, que al año fallecen 167.000 trabajadores, de ellos sólo 8.500 son por accidentes de trabajo.
Tampoco sirven campañas publicitarias, como la que Osalan ofrece en los medios públicos de radio y televisión, que sitúan la responsabilidad de la prevención en el trabajador. Sin duda, nadie va al trabajo a suicidarse, por lo tanto colocar un arnés a una línea de vida en el sector de la Construcción es algo evidente, pero en muchas ocasiones no ocurre porque ni hay arnés ni hay línea de vida.