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Cerca de 78.000 personas han muerto y 56.000 siguen desaparecidas en Myanmar

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Alrededor de 78.000 personas han muerto y otras 56.000 se encuentran desaparecidas, según los últimos datos difundidos ayer por la televisión oficial birmana sobre el número de víctimas causadas por el ciclón Nargis a su paso por Myanmar el pasado día 3. El último balance, dado a conocer el jueves, hablaba de 43.318 muertos y 27.838 desaparecidos.

Estas cifras, no obstante, siguen quedando muy lejos de las ofrecidas por la Cruz Roja, que indica que el número de fallecidos puede elevarse hasta las 128.000 personas, o la ONU, que lo sitúa en torno a 100.000. El secretario británico de Estado, Douglas Alexander, señaló que el balance podría sobrepasar las 200.000 víctimas mortales.

Tanto la Cruz Roja como la ONU han subrayado que entre 1,5 y 2,5 millones de personas necesitan con toda urgencia alimentos, agua y refugio.

Además, nuevas lluvias torrenciales cayeron ayer en la región devastada por el ciclón y está previsto que continúen hoy, aunque la situación podría haberse agravado si el frente lluvioso que entró por el sur se hubiera fortalecido y transformado en ciclón, como se temía.

El mal tiempo de las últimas horas supone un inconveniente adicional para el envío de la ayuda a los damnificados, a lo que se suma la actitud reticente de las autoridades birmanas, que siguen sin conceder todos los visados solicitados.

Por otro lado, la FAO informó que los manglares podrían haber reducido los daños ocasionados por las olas de cuatro metros provocadas por el ciclón si en las últimas décadas no se hubieran eliminado amplias zonas en la costa birmana para convertirlas en terrenos agrícolas y estanques piscícolas. La zona de manglares del delta del Irrawaddy, gravemente afectada por el Nargis, ocupa ahora menos de la mitad de su extensión en 1975.

La destrucción de los manglares, según la FAO, hace que las comunidades costeras, que ahora están más cerca del mar, estén más expuestas a los daños de un ciclón, al carecer de «un bosque protector que actúe como amortiguador». Añade que el efecto de cortavientos de los manglares podría haber evitado el impacto de las olas y corrientes aunque no hubiesen impedido las inundaciones asociadas al aumento del nivel del mar, que subió 3,5 metros.

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