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Luto en el Himalaya

Iñaki Otxoa de Olza descansará para siempre en el Annapurna

Iñaki Otxoa de Olza falleció ayer, víctima de la grave lesión cerebral que le mantenía semiinconsciente y que se vio agravada por un edema pulmonar. El despliegue que se había puesto en marcha nada más conocerse su situación no pudo evitar el fatal desenlace. La familia, cuya principal preocupación es ahora el regreso de los compañeros que habían acudido en su ayuda, decidió siguiendo sus deseos que el cuerpo repose para siempre en la montaña nepalí.

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Amaia U. LASAGABASTER

Iñaki Otxoa de Olza descansará para siempre bajo la cumbre que le costó la vida. El montañero navarro falleció ayer, víctima de la grave lesión que le mantenía semiinconsciente desde el pasado lunes y que se vio agravada en las últimas horas por un edema pulmonar.

De nada sirvió el despliegue que se había puesto en marcha nada más conocerse su situación. El suizo Ueli Steck había llegado el jueves al campo IV, con medicinas que, durante algunas horas, permitieron que Otxoa de Olza experimentara una ligera mejoría. Sin embargo ayer, en lo que era su quinta noche a 7.400 metros de altitud, los problemas respiratorios del navarro se agudizaron. A las 8.45 (horario de Euskal Herria), y tras un último intento infructuoso de reanimarle por medio de un masaje cardiorespiratorio, Steck comunicaba el fatal desenlace.

La noticia llegaba de inmediato a Iruñea, a su familia, a sus amigos, al equipo médico del Hospital de Navarra que había intentado guiar a Steck en la distancia... El milagro, finalmente, no se había producido.

El mazazo sacudía también a los compañeros que intentaban ayudar a Otxoa de Olza desde diferentes puntos del Annapurna. Empezando por el rumano Horia Colibasanu que, también con graves problemas, había descendido la víspera al centro del coordinación, donde también se encontraba Nancy, la novia del navarro.

«Los hombres y mujeres que van al Himalaya son iguales que los que no lo hacen -decía el propio Otxoa de Olza en uno de sus libros-. Tan buenos y tan malos, tan egoístas y altruistas, tan motivados y tan hastiados como cualquiera». Si hubiera podido regresar a casa tendría que haberlo reescrito, viendo el ejemplo de solidaridad que han ofrecido sus colegas.

Empezando por su compañero de cordada, que permaneció a su lado hasta la llegada de Ueli Steck, al que ayudó en la ascensión al campo IV pese a que su salud se había resentido considerablemente tras permanecer cinco días a más de 7.000 metros. Siguiendo por el propio Steck y su compatriota Simon Anthamatten. Ambos reunieron todas las medicinas que habían podido encontrar en el campo base para lanzarse a una escalada vertiginosa. O por el grupo encabezado por el kazajo Dennis Urubko -al que sólo cuatro horas separaban de Otxoa de Olza, para el que portaba oxígeno- pese a que el lunes se encontraba en Katmandú.

El esfuerzo, en definitiva, de una quincena de montañeros de diferentes nacionalidades que, desde que se conoció la situación del navarro, se habían desplegado a lo largo de la cara sur del Annapurna en un intento desesperado por salvarle.

Preocupación

Su estado es ahora, precisamente, la mayor preocupación de la familia de Otxoa de Olza, que siguiendo los deseos de monta- ñero decidió que el cuerpo descanse para siempre en el Annapurna.

El tiempo ha empeorado considerablemente en la zona, donde ayer se registraba una fuerte nevada, lo que complica el descenso de los diferentes grupos de rescate. A 7.400 metros se encuentra Ueli Steck; a 6.900 Denis Urubko -que tenía previsto subir a ayudar al suizo-, Alexei Bolotov y Don Bowie. Algo más abajo, Robert Szymczak, Alex Gavan y cuatro sherpas de altura. Horia Colibasanu y Simon Anthamattenn les esperan en el campo base, donde se confía que puedan reunirse todos.

 
 
Un montañero magnífico y un amigo entrañable

Las muestras de pesar por el fallecimiento de Iñaki Otxoa de Olza y de solidaridad con su familia se sucedieron ayer desde primera hora. Amigos y compañeros coincidieron en destacar sus excepcionales cualidades como deportista y su particular filosofía de vida.

«Como montañero era magnífico, como persona muy buena persona y como amigo, entrañable y cercano», aseguraba Jorge Aldaz, amigo de Otxoa de Olza y coordinador de las tareas de rescate. «Vivía en la montaña y su vida era esa», recordó Aldaz, compañero del navarro en expediciones a Everest y Kangchenjunga.

En un emotivo artículo publicado en desnivel.com, Edurne Pasaban ofrecía «animos a toda tu familia y a tus amigos. Y a ti... Me encantaría poder estar ahí arriba , aunque solo sea por unos segundos, abrazarte, y susurrarte, que te queremos mucho, que he aprendido muchas cosas a tu lado, y dar gracias, gracias por haberte conocido, por haber podido compartir momentos contigo, por reír y llorar juntos».

En el plano institucional, los mensajes de duelo también se sucedieron. Miguel Sanz definió a Otxoa de Olza como «un icono» del montañismo y un hombre «tremendamente comprometido con el medio ambiente, la montaña, el medio rural y la internacionalización». En palabras de Yolanda Barcina se trataba de «un ejemplo de sacrificio y superación», mientras el portavoz del Gobierno foral Alberto Catalán destacaba que «vivió el ideal de la montaña y supo transmitir nobles valores humanos».

Desde la Federación Navarra de Montaña se lamentaba la pérdida de «un gran deportista y una persona excepcional». A.U.L.

 

FUNERAL

El funeral en memoria de Iñaki Otxoa de Olza se oficiará mañana en la parroquia de San Miguel de Iruñea, a partir de las seis de la tarde. El cuerpo del montañero descansará para siempre en el Annapurna. Era su voluntad.

ESPEJO

Hace un mes, Otxoa de Olza se encontraba junto al memorial budista que honra a Anatoli Boukreev. El montañero ruso, al que consideraba «la persona que más me ha influido en mi forma de ver el mundo», falleció en el Annapurna en 1997.

ILUSIÓN

El coordinador de Aralar en Nafarroa, Txentxo Jiménez, estuvo con Otxoa de Olza en el campo base del Annapurna en vísperas de que intentara el ascenso. «Estaba pletórico, con todas las ganas del mundo y convencido de conseguirlo», recordó.

EVEREST

La cordillera del Himalaya se cobró ayer otra víctima. Uwe Micha Johannes, suizo de 45 años, falleció cuando descendía del Everest. Johannes había alcanzado el techo del mundo en el seno de una expedición comercial, junto a otras 70 personas.

Zerrendan lehena eta azkena

Mendi garrantzitsua da Annapurna mendizaletasunaren historian, are zehatzago, Himalayismoaren historian. Izan ere, harena da, 8.000 metrotik gorako mendien artetik, zapaldutako lehenbiziko tontorra.

Ez da hori merezi duen aipamen bakarra, erronkaz betetako bizimodu horretan. 1964an, azken zortzimilakoa -Shisha Pangma- igo ondoren, mendizaleek garaiera alde batera utzi zuten, nolabait, eta helburuak eta lorpenak zailtasunari begira hasi ziren neurtzen. Eta berriro ere, Annapurnak lehen mugarria jarri zuen. Espedizio britainiar batek 1970. urtean Hego Lepoari ekin zion, izotz eta harrizko 3.500 metrotako pareta beldurgarriari.

Azken muga ere hantxe apurtu zen, 17 urte geroago bertan gauzatu baitzuten lehenbiziko aldiz Jerzy Kukuczkak eta Arthur Hajzerek zortzimilako baten igoera neguan.

Euskal mendizaletasunari dagokionez, Annapurnaren izenak ere badauka bere lekutxoa historian. Honako honetan, ez lehena izateagatik, azkena baizik. 1999. urtean, Juanito Oiarzabal hamalau zortzimilakoen «klubean» sartu zen, haren gailurra jo zuenean. Eta hiru urte geroago, Alberto Iñurrategik ere gauza bera lortu zuen.

Annapurna, hala ere, beste zortzimilakoak baino gutxiago maite dute, antza, mendizaleek; edo, behintzat, gutxiago igo dute. Haren estatistika erdiragarriengatik, beharbada: osperik txarrena K2-k izan arren, hildako gehien eragin duen mendia da, batez beste. Azken lau hamarkadotan 60 mendizale hil dira Annapurnaren magalean. A.U.L.

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