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Ibarretxe mantiene de momento el timón del PNV que arrebató a Imaz

La bicefalia del PNV es en estos momentos sólo teoría, al menos en lo que se refiere al eje de la estrategia de paz, normalización y futuro electoral. Tras haberse mantenido en un segundo plano durante el proceso negociador, cuando éste se rompió Juan José Ibarretxe desempolvó viejos apuntes y tomó el timón. El presidente del EBB, Josu Jon Imaz, intentó frenarle y acabó fuera del barco. Iñigo Urkullu se ve ahora forzado a increíbles equilibrios para evitar fracturas.

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Iñaki IRIONDO |

En esta semana tan importante para el PNV ha chirriado el juego de contradicciones públicas entre la afirmación de Iñigo Urkullu de que «evidentemente» la consulta incluiría un rechazo explícito a ETA y las preguntas que finalmente hizo oficiales el lehendakari dos días después. Pero más llamativo es todavía que, en realidad, Iñigo Urkullu tuviera el mismo conocimiento que el resto de sus socios de tripartito de los planes finales de su compañero de EBB Juan José Ibarretxe. Y más aún: que tuviera la misma capacidad de alterar el contenido de las preguntas de la consulta que los dirigentes de EA o EB, es decir, ninguna.

Iñigo Urkullu, como Unai Ziarreta y Javier Madrazo, sabía por dónde iban a ir, más o menos, las preguntas, pero los tres conocieron a la vez su redacción literal el viernes 23 de mayo, según confirmaron a GARA dos de las personas que estuvieron presentes en ese encuentro. El lehendakari puso las preguntas encima de la mesa, escuchó las dudas y prevenciones de una de ellas -que no era el presidente del EBB- y dejó claro que no había posibilidad de cambio.

Al lunes siguiente, con las declaraciones de Urkullu sobre el rechazo ya publicadas, todo el EBB, incluido su presidente, cerraron filas en torno al lehendakari, según han transmitido fuentes de la dirección jeltzale.

Los comentarios de disconformidad de burukides y afiliados con el paso dado por el lehendakari han quedado ahora reducidos a las conversaciones privadas, los foros de Internet y la participación en tertulias radiofónicas de personas del ámbito jeltzale que no están afectadas ya por la disciplina de partido.

¿Hasta cuándo?

El malestar de algunos sectores del PNV con el rumbo tomado por Ibarretxe es notable, al tiempo que surgen dudas sobre el papel que está adoptando Urkullu. El presidente del EBB se está viendo abocado, desde que accedió al cargo, ha realizar complejos equilibrios, que a veces derivan en movimientos -internos y externos- difíciles de comprender.

El lehendakari mostró su fortaleza cuando hizo prevalecer sus tesis sobre la consulta en la ponencia política del PNV, forzando que el entonces presidente del EBB, Josu Jon Imaz, abandonara el cargo y hasta el país, rumbo a EEUU.

Las dudas están ahora en qué ocurrirá si, de una vez por todas, las circunstancias ponen al PNV y al propio Ibarretxe en la tesitura de liderar un verdadero enfrentamiento con el Estado tras la prohibición de la consulta. Para algunos observadores políticos bien situados, ése puede ser el momento en el que los que hoy callan o contemporizan se rebelen contra el lehendakari, forzando cambios. Está claro que un sector del PNV apuesta con nitidez por gestionar con placidez a través de acuerdos con el partido que gobierna en el Estado, y no quieren saber nada de «riesgos y aventuras».

Pero según dio a entender ayer, Ibarretxe no piensa «irse a casa» antes del 25 de octubre.

«Me iré a casa si...»

«Si la sociedad no respalda los planteamientos que el Gobierno y el lehendakari le hacemos en esta propuesta democrática, me iré a casa», aseguró Juan José Ibarretxe ayer en un acto político en Murgia. Patxi López (PSE) y Carmelo Barrio (PP) coincidieron al replicar con el mismo mensaje: «Que se vaya ya».

Imaz vio la consulta como «el plan B al que se acoja ETA»

El 15 de julio de 2007 el entonces presidente del EBB publicó un escrito dirigido a la línea de flotación de los planes del lehendakari. Señalaba Josu Jon Imaz que «una consulta ciudadana planteada como escenario de acumulación de fuerzas para una confrontación política» era contraria a la doctrina del PNV y podía ser «el plan B al que se acoja ETA» para, al no haber acuerdo con el Estado, reforzar la idea de que practica la lucha armada «en nombre de la defensa de una presunta voluntad popular no atendida». «No en nuestro nombre», concluía rotundo. Imaz está hoy en EEUU. Ésa era la opinión de quien presidía el PNV hace diez meses, y hoy debe haber en el partido muchos que sigan pensando lo mismo. I.I.

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