Parece más fácil un recetario de cocina, que recetas económicas para salir de la crisis. Incluso es más fácil un vademécum, que una simple receta magistral que las farmacias ya no sabrían preparar porque se han convertido en unas perfumerías con productos que requieren control. Pronto una receta con pescado fresco será una utopía casi inalcanzable. Las flotas amarradas, los pescadores protestando y regalando el pescado ante colas inmensas que parecen de necesitados y no son nada más que consumidores en proceso degenerativo. Veo en el nuevo programa matinal de la primera estatal como la reportera sufre empujones porque las masas quieren coger su txitxarro.

Aunque hoy me siento ejerciendo ese recurso del resumen, y creo que a lo largo de la semana, además de Rajoy y sus circunstancias, lo que ha primado en tiempo y pluralidad de opinión es lo del cocinero Santi Santamaría que ha hecho una campaña de venta de su libro señalándonos que la cocina de lujo tiene sus problemas de base. El segundo asunto ha sido el precio de los carburantes, las huelgas que se avecinan de los profesionales «gasoleodependientes» que nos hacen intuir tiempos de desabastecimientos, o sea de incremento de los precios de los alimentos, según manda el mercado.

A las protestas de los pescadores hay que añadir la de los trabajadores del campo, que están recordando a la ciudadanía que el problema de los precios, en casi todo, es por culpa de los distribuidores, es decir por culpa del monopolio, algo que ya lo sabíamos desde los clásicos del gangsterismo de Chicago y que ahora se practica con camisa de seda y corbata entallada. O al revés, que para retratar a los que se enriquecen da lo mismo, la imagen nos llega nítida a nuestra memoria, aunque vengan disfrazados con kaiku.

Pero seguiré con mis hábitos televisivos. Me entretienen los cocineros dando explicaciones y consejos. Unos más que otros, los minutos de tertulia entre Arzak y Argiñano, me reconfortan; el Canal Cocina contiene muchas visiones de los fogones, y en cualquier programa matutino o vespertino que se precie tenemos a alguien con delantal.