Cinco niños murieron ayer al estallar el proyectil de mortero con el que estaban jugando en la ciudad de Quetta, en el sureste de Pakistán, mientras que una mina terrestre acabó con la vida de cuatro personas en la región tribal de Kurram. Además de los cinco fallecidos, otros cinco niños, todos ellos miembros de una familia afgana, resultaron heridos. La Policía dijo haber hallado más balas de mortero en su casa.