ALPINISMO Actividades en el Himalaya y Karakorum
Pobre temporada en el Himalaya ¿Será mejor la del Karakorum?
En los ochomiles nepalíes y tibetanos apenas se han dado actividades de relevancia. La temporada de sus homónimos paquistaníes se presenta con bonitos proyectos vascos.
Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA
«El ochomilismo está muerto». Ya hace años que escuchamos esta apocalíptica afirmación a Reinhold Messner. Para muchos quizá sea demasiado exagerada, pero lo que sí es verdad es que, exceptuando contadas actividades, los grandes de las cordilleras más altas del mundo no pasan por sus mejores momentos. Y, entiéndase bien, nos referimos a las escaladas que se realizan en los ochomiles.
Casualidad o no -alguno puede decir que se ha debido a las condiciones que se han dado-, la recién acabada temporada en los ochomiles del Himalaya no nos ha traído nada nuevo y bueno. Quizá, de entre esa sequía se nos escape alguna actividad de relevancia, pero hemos mirado por aquí y por allí y no hemos encontrado gran cosa.
Como viene siendo habitual en la temporada del pre-monzón, una vez más, ha sido el Everest el que ha recibido el aluvión de visitantes. Y decimos visitantes, porque, una vez más, la cima más alta del mundo ha recogido en su seno a esa argamasa compuesta por turistas, montañeros y no se sabe qué más. A todo ello hay que sumarle el bochornoso comportamiento de China con el asunto de la antorcha olímpica; que, por cierto, la «subieron» por la ruta normal de la cara norte o, qué casualidad, por la tibetana.
Y como aquellas latitudes son frías, no tenemos otra opción que ofrecer datos objetivos fríos sobre las ascensiones en el Sagarmatha y/o Chomolungma. Datos fríos como las 290 ascensiones, todas ellas con oxígeno artificial. Datos fríos, los más llamativos para los mortales, como son los récords: La decimoctava cumbre para Apa Serpa (todos ellos siempre trabajando); y el récord de más edad, para el nepalí Min Bachader Serchan con 76 años; unos días antes también subía el japonés Yuichiro Miura, con 75.
Casi 300 ascensiones y todas ellas con botella de oxígeno a la espalda; algunos desde muy abajo y otros desde el collado sur. Eso sí, en esta ocasión se puede tomar como «normal», ya que los visitantes del Everest sólo pudieron emprender la escalada a partir del 10 de mayo. Recordemos que ello se debía a la prohibición dictada por los chinos, ya que querían ser los primeros en hacerse con la cumbre con la dichosa antorcha olímpica en mano. De dichas ascensiones, dos son de aquí: las firmadas el 21 de mayo por Jordi Estanyol y Juanra Madariaga. Estos, y otros pocos, querían subir sin botella de oxígeno, pero apenas tuvieron tiempo para trabajar la montaña y aclimatarse en verdaderas condiciones. Y nada más, eso es todo lo que se ha dado en el Everest.
Un par de buenos intentos
Hablando de récords, que es lo que se lleva, un par de ellos más. El primero nos lleva al Lhotse, ya que otro currante, Sherpa Palden Namgye, con la ascensión realizada en mayo, se hacía con su cuarto Lhotse (02, 06, 07 y 08). Y, para no cansar más, un último récord: Carlos Soria, a sus 69 años, escalaba el Makalu sin botella; así, se convierte en el montañero con más edad en la cima de dicho ochomil. En la misma cumbre también han estado los montañeros vascos Juanito Oiarzabal, Roberto Rojo y Carlos Martínez.
Quienes sí querían aportar fueron los rusos Valery Babanov y Nickolay Totmyanin. Se fueron al Dhaulagiri para escalar una nueva ruta en la vertiente oeste y en estilo alpino. Lo intentaron, pero no pudo ser. La idea era la siguiente: empezarían a escalar desde 3.700 metros, intentarían superar los afilados bastiones superiores, y cerca de los 7.600 se unirían a la ruta japonesa del 82 hasta la cima. El descenso por la normal. Pero, como bien decía Babanov, esa vertiente no estaba del todo en condiciones para poder escalarla sólo dos personas y en estilo alpino: «Las condiciones de la montaña estaban extremadamente inestables. Estuvo nevando y lloviendo mucho por encima de 5.000 metros y el viento soplaba muy fuerte, a 100/h, por encima de los 7.000. No podía ser; sólo éramos dos y en estilo ligero».
Los rusos no querían volver a casa con las manos vacías y escalaron el Dhaulagiri por la vía normal y en estilo alpino. La misma ruta elegida para su ascenso por los vascos Edurne Pasaban, Alex Txikon y Asier Izagirre. Junto a ellos, también subió el ecuatoriano Iván Vallejo, quien con esa montaña tachaba de su lista su último ochomil.
Y para acabar con esta temporada pobre de los ochomiles en el Himalaya, nos vamos hasta el Annapurna. En su cara noroeste, los polacos Piotr Morawski, Piotr Pustelnik y Dariusz Zaluski, junto al eslovaco Peter Hamor, quisieron llevarse una de las pocas repeticiones, seguramente la primera, de la vía checa. Pero tampoco pudo ser, tal y como señala Morawski: «Terminamos la arista, llegamos a la pirámide somital, pero, cuando sólo nos quedaban 150 metros a cima, nos retiramos porque el viento era muy fuerte».
En la vertiente sur había más movimiento, pero finalmente quedó eclipsado por la muerte de Iñaki Otxoa de Olza. Por cierto, su compañero Alexey Bolotov hizo cima, uno de los pocos ochomilistas que hace cumbre y regresa por su arista este. Los suizos Ueli Steck y Simon Anthamatten también querían hacer algo en la verdadera cara sur (donde se encuentra el gran murallón de nieve, hielo y roca) del Annapurna, pero las condiciones que hallaron frustraron sus objetivo.
Un último apunte del ochomilismo vasco: la navarra Blanca Ardanaz escaló el Makalu el pasado 18 de mayo.
Termina la temporada en los ochomiles del Himalaya y comienza ya la de Karakorum. Según las informaciones recabadas, la estrella de la cordillera paquistaní, el K2, contará con un buen número de visitas. La mayoría de las expediciones han apostado por la ruta normal, la ruta de los Abruzzos. También los hay quienes apuestan por una nueva apertura. Tal es el caso de los franceses Christian Trommsdorrf, Yannick Graziani y Patrick Wagnon. ¿Por dónde lo intentarán? Eso lo desconocemos.
Y hablando del Chogori, no podemos obviar el proyecto que Alberto Zerain tiene entre manos. Hace ya un par de años, junto a Xabier Alzola, se trajo a casa el GI y el GII. En esta ocasión, también tiene un doble reto: Broad Peak y K2. El proyecto lo llevará a cabo con Aitor Las Hayas y Juan Carlos González; aunque todo parece indicar que en el K2 se enfrascará solo o con algún otro equipo. Según nos indica Zerain, la idea del encadenamiento viene de hace dos años: «Como con los dos Gasherbrums, quiero subir el Broad Peak y el K2. Como es lógico, este último es el reto importante, el que mayor peso tiene. Es mi segunda tentativa. En la primera fui por la Cesen, pero no pudo ser. Para no tener demasiado desgaste, y ya en plan aclimatación, empezaré por el Broad Peak. Eso sí, si tengo alguna duda, pasaré de ese ochomil y me dirigiré al K2. Para ambas montañas he elegido sus rutas normales».
El tema de ir encadenando ochomiles está bastante de moda, pero lo de la expedición polaca-eslovaca tiene ya otros tintes. Los Kopold, Miklos, Pustenilk, Morawski, Hamor y compañía han presentado un proyecto de cuatro colosos: GI, GII, GIII (éste, por 48 metros, no es ochomil) y Broad Peak. Quien también coincidirá con el equipo polaco-eslovaco es Babanov. El ruso quiere hacer triplete con el Broad Peak, el GI y el GII.
Y por no aburrir con tantos posibles encadenamientos, nos quedamos con el objetivo de una expedición de casa. Alberto Iñurrategi, José Carlos Tamayo, Juan Vallejo y Mikel Zabalza ya han salido al Karakorum con la intención de escalar el GIV, de 7.925 metros. Junto a ellos, también trabajará el catalán Ferrán Latorre.
El quinteto quiere resolver un tema pendiente de 1997. Nos referimos al intento de Tamayo, Paco Chavarri y nuestro compañero Kike de Pablo a la arista noroeste, o vía americana del 86. Se quedaron a 7.200 metros; así que el objetivo será terminar dicha ruta. Según Zabalza, estuvieron analizando las pocas líneas que tiene el GIV: «La Bonatti la desechamos porque el glaciar está chungo; demasiado riesgo. Otra posibilidad era terminar el intento del 2006 de los catalanes Jordi Corominas y Oriol Baró en la cara oeste. Pero, finalmente, nos hemos decantado por la vía americana, que también tiene lo suyo en nieve, hielo y roca. Y es que todas las líneas de esta montaña no son nada fáciles».
Al parecer, algunos de ellos tienen predilección por esta soberbia montaña, y es que en el 2004 Tamayo, Iñurrategi y Jon Beloki quisieron escalarla por la Bonatti, pero poco pudieron hacer.