La huelga en el transporte llegó ayer a su segunda jornada, en la que aparecieron los primeros síntomas, todavía limitados, de abastecimiento y algunas plantas del sector de automoción anunciaron un parón en el que tiene que ver mucho su propio sistema de trabajo «sin almacén». El acopio protagonizado por consumidores antes incluso de que comenzara la protesta parecía, sin embargo, mostrar otra realidad. El «bombardeo» de informaciones sobre el abastecimiento durante las jornadas previas al inicio de la huelga en Euskal Herria -fin de semana-, el mal tiempo e inicio de mes -nóminas recién cobradas- conjugaron un coctel que derivó en una sicosis inducida que se tradujo en estampas surrealistas. No eran pocos los que se llevaban las manos a la cabeza ante la alarma generada por informaciones que confundían el inicio de la huelga en Euskal Herria con situaciones que se vivían en lugares del Estado español en los que la protesta se inició hace días. La segunda jornada amaneció más tranquila, fiel a la máxima de que «tras la tempestad, llega la calma», pero ¿quién alimentó la sicosis? ¿Quién se beneficia? ¿Qué reflejan situaciones como las vividas?