Un golazo de Ibrahimovic y un rebote logran abrir el cerrojo heleno
B.Z. | BILBO
La selección griega, vigente campeona del torneo, inauguró su participación en la Eurocopa con las mismas credenciales que le auparon al título hace cuatro años. Es decir, un planteamiento conservador, con tres centrales y la total predisposición al trabajo defensivo de Karagounis y Charisteas. Durante la primera mitad, la idea volvió a dar resultado. El marcador señalaba empate a cero al descanso y, así, Rehhagel optó por la potencia de Samaras, delantero del Celtic, como recurso para encontrar el gol vía balón parado.
Sin embargo, la escenificación defensiva se desmoronó cuando apareció uno de esos jugadores que, hoy por hoy, son capaces de desnivelar un partido con una única aparición. Así, tras una gran combinación en el vértice del área, Ibrahimovic se inventó un chut que se coló por la escuadra. Golazo y primera grieta helena. Cinco minutos después llegó el derrumbe, cuando Hansson se aprovechó de un claro error de la zaga griega para marcar de rebote.
Plaga de lesiones
La mala noticia del choque llegó en forma de lesión. Christian Wilhelmsson sufrió un fuerte tirón y habrá que conocer el alcance de su dolencia. Por otra parte, el delantero rumano Ciprian Mariça tuvo que ser trasladado a un centro hospitalario tras un golpe en la cabeza.
