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Una muestra «pionera» reivindica el valor de los búnkeres de Lapurdi

Museum Cemento Rezola inauguró ayer «Búnker Arqueología», exposición sobre el Muro del Atlántico, el sistema construido por orden de Hitler desde el Cabo Norte hasta el Bidasoa para hacer frente a un desembarco aliado, y del que quedan importantes restos en Lapurdi. «Fue la muralla china del siglo XX», destacó el comisario, Ramón Barea, lo que no impidió que, como había predicho Rommel, se desplomase en cuanto los aliados pusieron pie en Normandía.

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Martin ANSO | DONOSTIA

Es una exposición «sobria», como todas las que el museo de Añorga organiza con carácter temporal, pero, entre sus virtudes, destaca la de ser «valiente y pionera» a la hora de reivindicar los búnkeres como elemento patrimonial, según destacó Ramón Barea. «Son -dijo- una parte de nuestra historia poco conocida y, sin embargo, muy cercana. La costa labortana está repleta de ellos; sólo en Hendaia, hay cerca de 150».

Estas construcciones, algunas de las cuales cuentan con paredes de hasta diez metros de espesor, eran parte del Muro del Atlántico, una red de casi 15.000 búnkeres distribuidos a lo largo de más de 4.500 kilómetros de costa, desde el Cabo Norte, en Noruega, hasta el Bidasoa.

La construcción del Muro, «la mayor obra militar del siglo XX», fue gestionada por la Organización Todt, que utilizó recursos hasta entonces inusitados. «Aproximadamente 1.400.000 personas intervinieron; dos terceras partes de ellas, forzadas», hizo notar Barea al respecto.

Materiales inéditos

Aparte del sector de Calais -el más cercano a Inglaterra y, por tanto, el más fortificado-, el de Lapurdi fue uno de los que más búnkeres concentró. Sus restos pueden verse aún desde Bokale hasta Hendaia, y en ellos hace especial hincapié la muestra.

Lo hace a través de algunos materiales inéditos, como el testimonio de Eugene Benzing, un ex soldado alemán que contaba 17 años cuando fue destinado a Hendaia. Incluye detalles como que en la localidad sembraron de minas hasta 60.000 metros cuadrados, o una orden del mando -felizmente abortada- para dinamitar el castillo de Abadia y evitar que el enemigo pudiera utilizarlo como punto de referencia para ajustar el tiro.

Inédito también es un filme rescatado de los archivos alemanes en los que se refleja la llegada de tropas de la Whermacht a Hendaia en junio de 1940.

También llamará la atención del visitante un pañuelo de seda con el que protegían la garganta los aviadores de la RAF y que llevaba estampado un mapa que, en caso de ser derribados, les podía servir para orientarse en su intento de regresar a territorio seguro.

La muestra incluye también imágenes de búnkeres que, por ejemplo en Berlín, han sido reutilizados con fines culturales. Y es que Barea no duda de que son un patrimonio que merece ser tenido en cuenta, aunque reconoce que las connotaciones que todavía hoy tienen no facilitan las cosas.

Ayer estuvieron junto a Barea el director del museo, Antonio Nolasco, y el presidente honorario de Rezola, José María Etxarri. También Mixel Oronoz, quien pronunció la conferencia «Los vascos y el Muro del Atlántico».

Ficha

Título: «Búnker Arqueología: El Muro del Atlántico».

Fecha: Hasta el 2 de noviembre.

Entrada: Gratuita.

Más información: (sobre horarios y actividades) 943-364192.

Mixel Oronoz: «Testimonio de la victoria de la paz»

Mixel Oronoz pronunció en el acto inaugural de la muestra una conferencia sobre la participación de los vascos «en la construcción y en la lucha» contra el Muro. Se sirvió para ello de la peripecia de Manolo Dacosta, joven de Donibane Lohizune que, como otros muchos, fue obligado a trabajar en el Muro, que saboteó lo que pudo. En 1943, huyó y atravesó el Bidasoa. Fue capturado por los franquistas e internado en Miranda de Ebro. Canjeado por la Cruz Roja, llegó a Argelia, donde se alistó en la Armada de la Francia Libre. Estuvo en los barcos que bombardearon las últimas posiciones alemanas del Muro, cerca de Pont-de-Grave, justo allí, recordó, donde el Batallón Gernika, formada por vascos del sur, dio lo mejor de sí. «Ahora, los búnkeres no son sino un elemento más del paisaje, recuerdo de la victoria de la paz en Europa»», concluyó Oronoz. M.A.

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