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Las calles vascas se vaciaron con la final de la eurocopa... y siguieron así después

Euskal Herria se paró también para ver la final de la Eurocopa, pero con las simpatías más que repartidas entre España y Alemania. Pese al afán de los medios madrileños en buscar señales de fiesta, apenas hubo cele- braciones organizadas en Ermua o Tutera. Y poquito más.

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Ramón SOLA

Euskal Herria también se paralizó para ver la final de la Eurocopa, pero se quedó más bien fría con la victoria de España. La Plaza del Castillo de Iruñea fue el exponente de esa mutación: a las 20.30, todo el gentío que había participado en el Día de las Peñas se disolvió como por arte de magia. Dos horas después, al terminar el partido, podía pensarse que los hinchas españoles volverían al «cuarto de estar» de la ciudad para festejar un triunfo esperado durante nada menos que 44 años, es decir, más que toda una vida para casi todos ellos. Sin embargo, la Plaza del Castillo siguió vacía. Varios aficionados expresaban su malestar al comprobar que los bares de San Nicolás y San Gregorio cerraban sus puertas ante la falta de clientes. Nada que ver con lo que sucede, por ejemplo, tras algún éxito de Osasuna.

Las celebraciones se concentraron en el Parque de Yamaguchi, escenario habitual de los festejos... del Real Madrid, además de punto habitual de reunión de los estudiantes españoles de la Universidad del Opus Dei. Como en otros muchos puntos de Euskal Herria, los aficionados de «la roja» expresaron su alegría más desde los coches -haciendo sonar el claxon- que a pie de calle, lo que parecía evidenciar cierto pudor.

Se escucharon además algunos cohetes, pero no más que los que se oyeron por ejemplo en el Mundial de hace dos años, cuando España fue apeada por Francia, o los que sonaron en plenos sanfermines en la eliminación del combinado rojigualdo en 1994 (contra Italia), o la posterior de 1998 (la de 2002, en Corea, ocurrió a primera hora de la mañana y pasó mucho más desapercibida). Como en 2006, hubo también quien se había provisto de material pirotécnico para festejar un eventual triunfo de Alemania de la final, pero los tuvo que guardar para otra ocasión ante la incontestable superioridad española en el campo.

Contrariamente a lo que ocurrió en muchos puntos del Estado, en Euskal Herria apenas hubo citas organizadas para ver el partido. Las excepciones fueron Ermua, con una pantalla gigante instalada por el Ayuntamiento del PSOE, y Tutera, con una nutrida asistencia al Polideportivo Elola, donde no faltó el alcalde de UPN, Luis Casado.

Tampoco hubo apenas desplazamientos desde Euskal Herria hasta Viena para presenciar la final: sólo una cuadrilla de Bilbo se hizo notar en las cámaras de Cuatro y en un momento del partido apareció una pancarta de ánimo a España con el lema «Desde Tudela, con dos cogollos». Nada que ver, sin duda, con la avalancha que habría supuesto un partido de la selección vasca en una competición de tal nivel.

En Bilbo, eran alemanes

El interés de los medios madrileños en aprovechar esta victoria para hacer apología del nacionalismo español o de su monarquía no ha podido pasar desapercibido a nadie. Una de las bases de esa estrategia consistía en asegurar que la victoria de su once había hecho vibrar por igual a todos los territorios del Estado, incluidos Catalunya y Euskal Herria. Y los intentos de forzar la realidad llevaron a situaciones como la de ``El Larguero'' de la Cadena Ser, que conectó con Bilbo para explicar que allí también se había seguido el partido en una pantalla gigante, en la Plaza del Ensanche. El locutor local explicó al conductor del programa que en realidad la televisión había sido colocada por un bar alemán para que los partidarios de su selección pudieran disfrutar de la final. Los dos aficionados entrevistados a continuación querían que ganase... Alemania.

Como ocurrió en Yamaguchi de Iruñea, en la Plaza Moyúa de Bilbo sí se concentraron decenas de personas para expresar su alegría, con algunas banderas españolas. Casi todos eran muy jóvenes. Entre ellos, el presidente de las Nuevas Generaciones del PP de la CAV, Carlos García, y representantes del grupo ultra España y Libertad. En una web cercana se hablaba de «miles de personas», cifra desmentida por los propios comentarios de los foreros de la página: «Lo que no hay que hacer es mentir. De miles, nada de nada. Unas decenas, que yo fui testigo».

En la calle San Martín de Donostia, algunos hinchas de «la Roja» cortaron el tráfico hasta que apareció la Ertzaintza. El PP denunció ayer lo que calificó como «carga» y ha pedido explicaciones al mismísimo consejero del Interior, Javier Balza. En Amara, una persona se desgañitaba gritando «Viva España» en una ventana, sin respuesta.

Por si hubiera alguna duda del interés en convertir este triunfo deportivo en un factor de unidad nacional, a José Luis Rodríguez Zapatero le preguntaron ayer en Copenhague si el 1-0 podía contribuir a «la unidad nacional». Pero ni él parecía tenerlo muy claro: «Desde luego, no perjudica», se limitó a responder.

 

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