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Cumbre de la unión africana

La situación de Zimbabwe centra los debates de la cita de Sharm el-Sheij

Pese a que en África los problemas son graves y numerosos, la atención mediática de la cumbre de la UA que se inició ayer en el balneario egipcio de Sharm el-Sheij sólo se centraba en Zimbabwe y las elecciones en las que Robert Mugabe venció tras la retirada de la oposición. Todo lo demás parecía que no existía.

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GARA | SHARM EL-SHEIJ

La decimoprimera cumbre ordinaria de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana (UA) comenzó ayer en el balneario egipcio de Sharm el-Sheij con las recientes elecciones de Zimbabwe en un punto destacado de la agenda, que, sin embargo, también recogía muchos de los otros conflictos que padece el continente.

Mugabe acudió a Sharm el-Sheij al día siguiente de tomar posesión en Harare. Pese a las presiones de la ONU y de los estados occidentales para que se tomaran medidas contra el presidente zimbabuo, Mugabe recibió el apoyo de sus colegas, como el presidente de Gabón, Omar Bongo, quien señaló que «ha sido elegido, ha prestado juramento y está entre nosotros. Han hecho elecciones y creo que las ha ganado».

«Los africanos somos capaces de decidir por nosotros mismos. Incluso, hemos acogido a Mugabe. Han podido verlo si estaban en la sala», contestó Bongo a los periodistas que le preguntaron sobre la presión occidental contra Zimbabwe, que rechazó.

El presidente egipcio, Hosni Mubarak, fue el encargado de abrir la sesión, destacando que «esta cumbre marca un cambio de sentido. Tenemos que hacer frente a desafíos que requieren que hablemos con una sola voz para defender la causa de África».

Sin embargo, la cuestión zimbabua se comió a todas las demás ayer en Sharm el-Sheij. Así, el presidente de la Comisión de la UA, Jean Ping, señaló desde la tribuna que «África debe asumir plenamente sus responsabilidades y hacer todo lo que esté en su mano para ayudar a las dos partes zimbabuas a superar los desafíos del momento».

Sudáfrica, cuyo presidente, Thabo Mbeki, se ha comprometido a mediar en Zimbabwe, también reclamó un compromiso para que se inicien negociaciones entre el Mugabe y la oposición para poder formar «un Gobierno de transición».

Cuestión dominante

Es evidente que la cuestión zimbabua envenenó los trabajos preparatorios de la cumbre de la organización panafricana, que no ha sido capaz de alcanzar una posición común sobre el conflicto ni, especialmente, sobre la validez de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, de la que Morgan Tsvangirai, el líder del opositor MDC, se retiró.

Los observadores que la UA envió a las elecciones de Zimbabwe señalaron ayer que el escrutinio no cumplió con «las normas democráticas» de la organización.

Algunas horas antes, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, consideró que las elecciones «no reflejaron la voluntad real del pueblo zimbabuo ni produjeron un resultado legítimo». En este sentido, insistió en que «las condiciones no eran las adecuadas para una elección libre e igualitaria».

Sin embargo, la posición de Mugabe en el seno de la UA no es tan débil como les gustaría a Gran Bretaña y a otros estados occidentales. Desde el interior de Zimbabwe, los analistas, incluso, consideran que el opositor MDC de Tsvangirai se verá forzado a pactar. «Tras un éxito relativo, el MDC se encuentra actualmente en un estado de debilidad, ya que la situación favorece que se forme un Gobierno de coalición», estima Jonathan Moyo, antiguo colaborador de Mugabe reconvertido en independiente.

Desde Europa, mientras, el MDC recibió el espaldarazo de la Internacional Socialista, que le invitó a incorporarse como «observador» durante el congreso que esta organización está celebrando en la ciudad griega de Lagonissi.

El G8 se plantea reducir la ayuda que otorga a África

Los líderes del Grupo de los Ocho (G8, los siete estados más ricos y Rusia) pueden dar marcha atrás a la promesa de incrementar la ayuda al desarrollo en África, estimada en 25.000 millones de dólares (15.800 millones de euros) al año, afirmaba ayer el diario «Financial Times».

Este diario señalaba que el borrador del comunicado que será divulgado durante la cumbre del G8 de Hokkaido (Japón) indica que los líderes de los ocho estados no se comprometerán a entregar esa cantidad, por lo que programas para facilitar el acceso universal para el tratamiento del sida y su prevención en el 2010 podrían verse sensiblemente disminuidos. GARA

Robert Mugabe no es un caso aislado en el continente

Que un presidente llegue al poder tras un golpe militar o unas elecciones sospechosas no es algo insólito en África. El propio Mugabe destacó que «en África ha habido elecciones que se han realizado en peores condiciones. Estos presidentes siguen dirigiendo sus países y nosotros no nos hemos inmiscuido nunca».

Elecciones amañadas, oposición reprimida, medios de comunicación amordazados o cambios en la Constitución a su favor son algunos de los métodos utilizados por varios presidentes que no tienen nada que envidiar a Mugabe, quien, con 84 años, lleva en el poder desde 1980.

De hecho, algunos dirigentes africanos nunca se han sometido al veredicto de las urnas.

El coronel Muammar el-Gadafi, que dirige Libia desde hace 39 años, considera que la democracia no tiene nada que ver con las elecciones. Teóricamente, Libia es un «Estado de masas» gobernado por comités populares. De hecho, es el Guía de la Revolución quien tiene todo el poder.

El rey Msawti III gobierna con mano de hierro Swazilandia, donde los partidos políticos están prohibidos.

A la cabeza de Angola desde hace 29 años, el presidente José Eduardo dos Santos, únicamente se ha presentado una vez a las elecciones, en 2002, pero el proceso no culminó porque su rival se retiró entre las dos vueltas y se reinició la guerra civil.

Pero en los procesos que sí han culminado, los porcentajes alcanzados por algunos presidentes resultan sospechosos: el gabonés Omar Bongo (decano de los líderes africanos con 41 años en el poder) recibió el 79,15% de los votos en 2005; el sudanés Omar el-Bechir (que llegó al poder tras un sangriento golpe de Estado hace nueve años) obtuvo el 89,5% en 2000; el egipcio Hosni Mubarak (anfitrión de la cumbre que lleva 27 en el poder, uno menos que Mugabe) logró el 90% en 2002; el tunecino Zine el-Abidine ben Alí (que derrocó a su predecesor por «senil» hace 21 años) tuvo el 94,8% en 2004. Pese a ello, el récord lo ostenta el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, que logró el 96% en 2002. En la primera vuelta.

Los cambios constitucionales a favor del poder han sido constantes, como en Burkina Faso, donde Blaise Compaoré, lleva 21 años en el poder. GARA

 
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