Aranzadi investiga la presencia de tortugas en la costa vasca
Desde 2003, la Sociedad de Ciencias Aranzadi lleva catalogando la rica y variada fauna marina de la costa vasca. Desde hace un año, ha sumado a esa labor la investigación sobre la presencia de tortugas marinas que pasan también cerca de nuestro litoral y, en ocasiones, caen víctimas de las redes de los arrantzales o arriban a tierra firme. Son difíciles de ver pero, como insisten desde Aranzadi, haberlas las hay.
Joseba VIVANCO |
El 29 de enero de 1987 fue visto y fotografiado en la playa rocosa situada al oeste del monte Igeldo un ejemplar macho adulto de morsa, de unos dos metros y medio de longitud. Al asustarse, dejó un reguero de sangre mientras se alejaba mar adentro. Desde luego, una cita nada habitual en la costa vasca. Pero no tan extraño es constatar la presencia de tortugas en nuestro litoral, como la de dos metros de tamaño que un mes antes se dejó ver en la playa de la Concha y tres días después en Getaria. «Estar, están ahí; otra cosa es que no las veamos», apuntilla Nagore Zaldua, bióloga de la sección de Herpetología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y experta en estos enormes reptiles marinos.
En aguas guipuzcoanas existe una cita, la más antigua, de la captura de una tortuga realizada en alta mar por pescadores de Mutriku en octubre de 1947. Su presencia es esporádica. Según datos de la asociación marina AMBAR, desde ese año se contabilizan unos cuarenta avistamientos o capturas accidentales en el litoral vasco. Sin embargo, «si en la costa más al norte se tiene constancia de que llegan, por aquí también tienen que pasar porque estamos a dos pasos», insiste esta donostiarra que acumula varios años de investigación con tortugas en la zona mejicana del Pacífico.
Ninguna en el último año
Hace meses, Nagore se unió al programa ``Itsas dortoka'' impulsado por la sección herpetológica de Aranzadi en colaboración con EIBE (Euskal Izurde eta Balezaleen Elkartea-Asociación Vasca de los Amigos de los Delfines y Ballenas), y dirigido a profundizar en la rica biodiversidad del Golfo de Bizkaia.
En su caso, se ha dedicado a rastrear la posible presencia de tortugas mar adentro desde Hendaia al cabo de Matxitxako. «Acabamos de terminar la temporada 2007-08 y respecto a otras especies se ha vuelto a ver mucha variedad, pero respecto a tortugas, nada de nada», admite esta experta.
Esa ausencia de avistamientos durante este último año no detrae a esta bióloga de la investigación iniciada. «Tenemos certeza de que hay presencia de ellas porque así lo dicen citas anteriores y tenemos incluso casos de tortugas varadas en Bermeo o en Oinarbi».
En el Aquarium donostiarra llevan más de una década rescatando y sanando algunas -más de treinta ya, aunque la mayoría jóvenes y de pequeño tamaño-, que luego son enviadas a La Rochelle donde tiene lugar una suelta anual de ejemplares que llegan a la costa vasca y francesa -las corrientes de aquella zona les facilitan la vuelta a sus rutas habituales-.
Estas tortugas, generalmente de la especie laud y en menor medida las llamadas bobas o «cabezonas», provienen de las costas de lugares como Brasil o Puerto Rico, cruzan el océano hasta depositar sus huevos en playas centroafricanas como las de Gabón y, después, durante el verano europeo, suelen viajar hacia litorales como el irlandés.
Crear una zona protegida
El objetivo de este seguimiento en el marco de ``Itsas dortoka'' es trabajar para que a futuro las zonas más ricas en biodiversidad del Golfo de Bizkaia sean declaradas lugares protegidos. «Hay muchos países fuera de Europa que tienen leyes muy estrictas de protección de estos animales. Pero cuando vienen hacia nuestras aguas están desprotegidas y muchas caen accidentalmente en las redes de los pesqueros. Eso es lo que queremos poner de manifiesto con este proyecto», explica.
A primeros de junio de 2005 eran devueltas al mar dos tortugas adultas que habían sido encontradas en las redes de dos embarcaciones arrantzales de Lekeitio. Éstas tuvieron suerte; otras no tanto. La flota palangrera española, por ejemplo, mata unos 2.000 ejemplares cada año en aguas del Mediterráneo, según un reciente estudio de la Universidad de Barcelona. Y muchos miles más mueren al cruzar el Atlántico víctimas de los anzuelos.
Los proyectos de Aranzadi para con estos reptiles marinos no acaban en las aguas vascas. La bióloga Nagore Zaldua cambia los arenales mejicanos y se embarcará en abril del próximo año en una investigación a las playas africanas de Gabón, lugar tradicional de puesta de huevos de ejemplares procedentes de Sudamérica.
El objetivo último del programa «Itsas dortoka» es proponer la creación de un área marina protegida entre Jaizkibel, el monte Ulia y la zona de Txingudi-Bidasoa, que salvaguarde la variedad faunística existente