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Martin Garitano Periodista

Un cierto tono artificial

El Consejo del Gobierno de Lakua, por boca de Ibarretxe, ha anunciado con solemnidad que el recurso del Gobierno español ante su Tribunal Constitucional contra la Ley de Consulta supone, en la práctica, la suspensión de la autonomía concedida a Gipuzkoa, Bizkaia y Araba. Cabe ahora remarcar el término «concedida» porque en la misma declaración de Ibarretxe aparece implícito el concepto. Y es que suspender, como insultar, no suspende el que quiere sino el que puede. O sea, el que manda. El que te lo da, te lo quita.

No cabe, por otra parte, sino aplaudir la firmeza con la que un sector del PNV, EA y parte de EB defienden el derecho de la ciudadanía de la CAV a opinar sobre cuestiones de indudable relevancia, aunque en la práctica la tal consulta no suponga derecho alguno a decidir. Y es posible, incluso, que reconocer el derecho a ser consultado para no ser luego reconocido lo votado no conduzca a más puerto que al de la frustración. Puede parecer contradictorio, pero todo ello era de conocimiento universal desde el minuto uno del partido. Que nadie se llame a engaño. El mismo día de la aprobación de la Ley, el jelkidismo que dirige Urkullu dejó claro que acatarían la suspensión de la autonomía y volverían grupas si así lo dictaran los poderes de España. Ese día ya ha llegado y, a pesar del gesto airado, las cejas enarcadas y las palabras más o menos altisonantes, los regidores de la autonomía concedida (y ahora suspendida) olvidarán incluso el «pase foral» y, además de acatar, obedecerán. El camino ya se lo ha indicado el inefable Iñaki Altuna.

Pero nos queda un largo periplo judicial, campañas de propaganda, cruce de consignas y, al fondo, unas elecciones en las que Ibarretxe volverá a alertar sobre la llegada del españoleo rampante mientras los de obediencia madrileña insistirán en que lo firmado, como en los contratos de Groucho Marx, valen para lo que valen. Y todos jugarán con el convencimiento de que el movimiento independentista volverá a ser segregado, con lo que sus cálculos engordarán de forma artificial. En realidad, todo es artificial en esta trifulca. Dijo Ibarretxe que el derecho a decidir ha venido para quedarse. ¿Dónde? ¿en el cajón?

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