Las calles de Buenos Aires vuelven a mostrar a una dividida Argentina
El proyecto de ley del Gobierno de aumentar los impuestos a la exportación de grano ha generado una auténtica tormenta política y social en Argentina. La profunda división entre productores y el Ejecutivo volvió a quedar en evidencia en las movilizaciones del martes.
GARA |
Argentina volvió a mostrarse dividida, una división que va más allá de la propuesta gubernamental de subir los impuestos a la exportación de trigo, girasol, soja y maíz. Por un lado, los seguidores del Gobierno de Cristina Fernández, con Néstor Kirchner, del gobernante Partido Justicialista, a la cabeza y con el apoyo de la Confederación General del Trabajo, la mayor central sindical del país. Por otro, las cuatro centrales rurales, con el apoyo de la derecha.
Los escenarios e, incluso, la vestimenta también fueron muy diferentes. Los primeros se reunieron en la Plaza de los Dos Congresos, en el centro sur de Buenos Aires. Los segundos, en el porteño barrio de Palermo, al norte de la capital. Se trata de uno de los barrios con «más glamour», lo que se evidenció en la forma de vestir. Junto a los delegados del campo, asistió una nutrida representación de la clase media y alta con trajes, camisas de marca, mocasines, bolsos de cuero y hasta con botas de montar a caballo. No faltaron quienes se disfrazaron con máscaras con el rostro de Kirchner y su esposa o quienes portaron pancartas con lemas como «Cristina, divorciate».
Entre las intervenciones, cabe destacar la del presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Míguenz, que en tono de advertencia afirmó que seguirán con las protestas. El productor Alfredo de Angeli, de la Federación Agraria Argentina, fue más allá al advertir a los congresistas, intendentes y gobernadores que si no apoyan la postura de las entidades del campo que «perderán la libertad». De hecho, varios diputados favorables a la medida del Gobierno han recibido amenazas en las últimas semanas. En algunos casos, incluso, han apedreado sus viviendas en el interior del país.
En respuesta a estas declaraciones, Kirchner denunció los intentos por «destituir al Gobierno y desestabilizar la Patria». En esa línea, vinculó a las patronales rurales con sectores que impulsaron el golpe de Estado de marzo de 1976. «Hablan de democracia pero cortan rutas, desabastecen a los argentinos, queman los campos y salen como grupo de tareas a agredir a aquellos que piensan distinto», remarcó. Tras considerar que los pequeños y medianos productores «no son enemigos del Gobierno», aseguró que el país «debe tener cuidado de los grandes conglomerados de siembra que quieren enriquecerse a costa del pueblo argentino». «Les pido que tengan la gratitud, no con un gobierno sino con la Patria, para que en esta Argentina desaparezcan la pobreza y la desigualdad».
Ante la negativa de las cúpulas agrarias de dialogar para lograr un acuerdo, el Gobierno decidió enviar el proyecto al Congreso de la Nación. Ayer, se debatió en el Senado.