Iñaki Lekuona Periodista
Que no se revoten
Pues eso, que los irlandeses se revoten. Eso es lo que quiere Nicolas Sarkozy, que viajó ayer al país del trébol para reprocharles que el pasado 12 de junio mandaran al cuerno el Tratado de Lisboa. El viaje ha sido desafortunado, tanto como la frase que vomitó hace siete días sobre el rechazo irlandés al refrito de aquel Tratado constitucional al que los franceses dijeron «No» en 2005. Y es que el martes pasado, el Jefe de Estado francés, presidente de turno de la Unión Europea, afirmó que los irlandeses «tendrán que volver a votar». Y no sólo se quedó más ancho que alto, sino que añadió un pequeño chantaje: vetará toda ampliación de la UE mientras el Tratado de Lisboa no esté aprobado. O el de Niza, que al bueno de Sarkozy igual le da uno que otro, lo que dice mucho de la diferencia entre ambos.
Volver a votar. Ése es el sentido de la democracia para Nicolas Sarkozy: que los electores vuelvan a las urnas todas las veces que haga falta hasta que se revoten, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española «votar lo contrario de lo que se había votado antes». Aunque, por ahora, lo único que ha conseguido el presidente francés es que los irlandeses se reboten, según el diccionario de la real calle, que se cabreen.
Como cabreados tiene Sarkozy a muchos de los suyos con la reforma institucional que promueve desde hace año y medio, y que busca incrementar los poderes del presidente de la República. Según él, esta «iniciativa democrática» sólo trata de agilizar el brazo ejecutivo de la France. Según la oposición, sólo se trata de un traje a medida de su ego. Incluso hay diputados de la derecha que ya han anunciado que votarán en contra, con lo que peligra su aprobación en el Parlamento. Sarkozy, que es muy democrático, lleva toda la semana llamando uno a uno a cada parlamentario conservador «recalcitrante», como él los define. Llamadas amistosas, asegura. En ningún caso para meter presión, añade. Como si todo el mundo fuera imbécil salvo él mismo. Ojalá que sus amigos no se revoten, sino que se reboten. A ver si comienza de verdad a vislumbrarse el principio del fin del primer reinado de la Vª República francesa, régimen que efectivamente necesita una reforma institucional urgente, pero no por el camino del presidencialismo a la norteamericana. Mejor haría Sarkozy en mirar hacia Québec.