Jon Odriozola Periodista
¿Globalización, neoliberalismo?
No es un bloque homogéneo (USA para los antiglobalizadores) quien hegemoniza y luego están los demás (los europeos). Está el imperialismo yanki y el euroimperialismo y sus contradicciones. No hay un imperialismo «malo» y otro (el nuestro) «bueno»
Hoy, el establecimiento de las relaciones capitalistas de producción en casi todos los países es una realidad innegable confirmando lo que Marx y Engels escribieron en el «Manifiesto Comunista»: «La gran industria ha creado el mercado mundial (...),la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo en todos los países». Queda claro que el fenómeno de la «mundialización» es tan viejo como el propio capitalismo. Lo novedoso es la nueva fase imperialista.
Ocurre que para algunos el imperialismo es cosa del pasado. Ya no habría contradicciones interimperialistas y su antagonismo ha sido sustituido por el acuerdo entre ellas para gobernar el planeta a través de siglas conocidas: OTAN, UE. OMC, FMI, BM, etcétera. Es la vuelta a la tesis del «ultraimperialismo» de Kautsky como «gobierno mundial» (suena a «Spectra») en contra de la teoría de Lenin que demostró que el capital financiero no sólo no suprime las contradicciones sino que las acentúa, de manera que los temporales acuerdos entre las grandes potencias (el G-8) no elimina la competencia ni la lucha por los mercados y materias primas (que se lo digan al Congo a cuenta del coltán).
Para otros -Negri & Hardt, por ejemplo-, no solamente no cabe hablar de «imperialismo» sino ni siquiera del concepto «estado-nación». Según esta chufa el poder se ha trasladado hacia las grandes corporaciones transnacionales que encontrarían un obstáculo en la «forma-estado». Esa supuesta sustitución del poder de los estados nacionales por el de las redes financieras y por los mercados no es cierta ni para las zonas más «deprimidas» o esquilmadas por el imperialismo como se vio en Yugoslavia, Somalia o, ahora, Irak. El imperialismo no podrá borrar jamás las barreras nacionales y estatales. Al revés: estamos asistiendo a la emergencia de más estados que nunca. Si en el siglo XIX el imperialismo «creaba» naciones con regla y cartabón (obsérvese un mapa de Africa), hoy las inventa «ex nihilo» (véase Kosovo). Hoy no existen menos estados nacionales que hace un siglo. En realidad, los capitales son una relación social de producción que exige la intervención del sujeto fundamental que asegura la expansión: el estado. Por eso cada divisa va acompañada de sus tanques y misiles.
Hay quien identifica imperialismo con globalización afirmando -no sin parte de razón- que sólo cambian los vocablos (los filósofos medievales hablarían de «nominalismo»). Pero no. El imperialismo es lo contrario de la globalización. No es un bloque homogéneo (USA para los antiglobalizadores) quien hegemoniza y luego están los demás (los europeos). No está el «ogro yanqui» y luego «nosotros». No. Está el imperialismo yanki y el euroimperialismo y sus contradicciones. No hay un imperialismo «malo» y otro (el nuestro) «bueno».
Las firmas hipotecarias norteamericanas Fannie Mae y Freddie Mac hacen crack y la Reserva Federal y el Gobierno de los EEUU ya quieren intervenir para «salvarlas». ¿Dónde está el neoliberalismo tan cacareado?