Ha transcurrido día y medio desde que el lunes por la noche Ino Galparsoro cruzase la puerta de la prisión madrileña de Soto del Real y tomase camino a Arrasate, la localidad que la proclamó alcaldesa en las urnas.

Ayer aún no había tenido tiempo de saludar a todo el que quisiera, pero afirmaba que en las pocas horas que llevaba en la calle habían sido incontables los abrazos y gestos de cariño que ha recibido. «Estoy abrumada», admitía a GARA ayer tarde.

Y es que en pocas horas su situación ha dado un vuelco. «La noticia de mi excarcelación me pilló de sorpresa, fue una presa de la celda contigua quien me dio la noticia, pero no fue hasta las 20.30 cuando me la confirmaron. Cinco minutos me bastaron para recoger todo lo que tenía y preparame para la salida». Afirma que le preocupaba que a sus familiares no les hubiese dado tiempo de llegar a recogerla, pero allí se encontraban ya todos. Junto a ellos, también una multitud de cámaras que querían recoger el momento. «Me reencontré de nuevo con la realidad, pensaba que había dejado de ser actualidad y me encontré con numerosos medios de comunicación».

El camino hacia Euskal Herria, después de saludar a los familiares, amigos y compañeros que la esperaban a las puertas de la prisión, resultó un continuo de emociones contrapuestas. Por un lado, dejaba tras de sí a las compañeras de prisión que la han acompañado durante los tres meses que ha permanecido encarcelada: «He conocido grandes personas allí y dejarlas me resultó muy doloroso», reconocía muy emocionada. Por otro, la alegría de reencontrarse con vecinos y vecinas que durante todo este tiempo han trabajado para que volviese de nuevo a la localidad.

En Gatzaga, una multitud esperaba la noche del lunes la llegada de Galparsoro. De nuevo los abrazos y las palabras de aliento se sucedían. «Me hicieron entrega de una gran cesta de verduras; verdaderamente tenía mucho antojo de verdura, porque la comida de Soto deja mucho que desear», comentaba. En Eskoriatza le esperaban los alcaldes de las localidades de la comarca; en Aretxabaleta, «entre otras, las que fueron mis compañeras de trabajo».

Pero no había tiempo que perder. Cientos de vecinos esperaban a su alcaldesa en la plaza de Arrasate. Un ensordecedor aplauso dio la primera bienvenida a Ino. «Yo no soy una persona que tenga la lágrima fácil, pero verdaderamente me sentí muy emocionada, porque había mucha gente».

Aseguraba ayer que durante su estancia en prisión sus familiares le han dado cuenta del apoyo de sus vecinos y vecinos, «pero fue en la plaza del pueblo y ante toda esta gente cuando verdaderamente me di cuenta de su dimensión y me sentí abrumada».

«Lo que ahora tengo en mente es de qué manera le puedo responder yo al pueblo», añadía. De momento, se tomará unos días de descanso pero pronto se reincorporará a su labor como alcaldesa, «para seguir con mi trabajo».

Precisamente, asegura que todo el trabajo que dejó pendiente en el Ayuntamiento fue uno de los mayores inconvenientes para centrarse en la prisión: «Me di cuenta que en la cárcel no podía hacer nada que no fuese confiar en los compañeros; no me han defraudado, porque han hecho un gran esfuerzo, al igual que los trabajadores del Ayuntamiento y algunas personas que han pasado por el mismo anteriormente».

En cuanto a su encarcelamiento, «poco que decir hay»: «Acudimos a la Audiencia sin saber a qué íbamos; de hecho, en el sumario no constaba mi nombre. Está visto que en nuestra contra todo vale y que el ataque contra los electos era un camino que explorar. Llegamos a las 10.00 al juzgado y hasta las 11.00 no entró el informe policial en el que apuntaron un par de cosas: participar en las ruedas de prensa y presentar una moción en nombre de ANV. No había más, pero por eso me encarcelaron», concluyó.