Astronautas, fotógrafos y hasta el escudo del Athletic se cuelan en las fachadas de las catedrales
Un móvil y hasta un escudo del Athletic son algunas de las sorprendentes figuras que se cuelan en las fachadas de las catedrales estatales entre elementos decorativos de ocho y nueve siglos antes.
Laura Sanz-Cruzado | VALLADOLID
Su presencia no se debe a las capacidades adivinatorias de sus constructores, sino al intento de sus restauradores de fechar por medio de elementos de la época las diversas reparaciones hechas en el edificio, según explica el escultor y profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM) Miguel Sobrino. Así, en la Puerta de Ramos de la catedral nueva de Salamanca, construida entre los siglos XVI y XVIII, puede verse un astronauta labrado en piedra durante una restauración hecha en 1992 por el cantero Miguel Romero, mientras que una de las gárgolas que se repusieron en los años veinte en la catedral de Palencia (siglo XIV) representa a un fotógrafo.
Del mismo modo, en una restauración hecha en 1996 en la catedral riojana de Calahorra (siglo XVII) se labró un teléfono móvil y en otra llevada a cabo en el siglo XIX en la Casa del Arcediano de Barcelona (siglo XII) se esculpieron dos burgueses del XIX: una damisela y un señor con sombrero de copa que la saluda. Aunque quizá el caso más llamativo sea el de la iglesia de Santa María la Mayor de la localidad cacereña de Trujillo (siglo XIII), donde el cantero Antonio Serván labró durante una restauración hecha en 1972 el escudo del equipo de fútbol del que era seguidor: el Athletic de Bilbo.
Estos sólo son algunos ejemplos de esta práctica, que, según contó a Efe el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Burgos (UBU) René Jesús Payo, comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX y principios del XX. La mayoría de restauradores y expertos en arte defienden que es una buena forma de evidenciar y fechar una restauración, siempre que las nuevas figuras sean discretas, estén bien ejecutadas y no rompan la imagen del edificio ni dificulten su lectura iconográfica, coinciden los profesores Sobrino y Payo. «Uno de los principios en restauración es que debe distinguirse el añadido del original, pero a la hora de hacerlo es muy importante que el nuevo elemento no perturbe la imagen del edificio ni llame la atención. Más bien, debe ser un detalle de la fachada, una especie de guiño secreto que hace el restaurador», afirma Sobrino.
Sin embargo, para el cantero Rafael Dueñas, director de una empresa de cantería de la localidad salmantina de Villamayor -famosa por su piedra-, se trata de una práctica «estúpida», porque «para fechar una restauración es suficiente con que la nueva piedra esté numerada y se distinga visualmente de la antigua. Las catedrales deben dejarse cómo están, porque si cada cantero se dedicase a introducir las figuras de la época que a él le apeteciera, las iglesias estarían llenas de anacronismos», declaró Dueñas.