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Fede de los Ríos

De ovejas piratas y lobos emperadores

Ayer se cumplían 81 años de la muerte en la silla eléctrica de los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Los tres poderes en que se divide la democracia americana, al unísono, los ejecutaron. El anarquismo empezaba a ser un problema. Cincuenta años después, la misma democracia los exoneró de la acusación de asesinato que los llevó al patíbulo. ¡He ahí la grandeza de la democracia americana!

En el verano del 53 el matrimonio de Julius y Ethel Rosenberg, ambos comunistas, fue «ajusticiado» con el mismo método, al ser considerados culpables de espionaje a favor de la Unión Soviética. Los tres poderes más la prensa actuaron juntos contra los enemigos de la propiedad privada. Hoy sabemos de la inexistencia de pruebas condenatorias. Mañana los exonerarán.

La democracia americana, patrón de las democracias formales de todo el mundo, consiste, como alguien dijo, en saber la verdad veinte o treinta años después. Cuando la verdad resulta inútil.

Los cuatro fueron ejecutados porque su lucha era guiada por sus ideas, y éstas eran contrarias al poder establecido, ése que administra la muerte y adormece las conciencias de los demócratas.

Sabemos que cientos de miles de iraquíes han muerto y siguen muriendo con la excusa de las armas de destrucción masiva inexistentes. ¡El petróleo es tan necesario para nosotros!

Ayer mismo en Afganistán las tropas libertadoras y humanitarias mataron a setenta y nueve civiles, entre los que se encontraban cincuenta niños y diecinueve mujeres. Tenían aspecto de Bin Laden. Hay que defender el oleoducto que cruza aquellas tierras.

San Agustín relata un interrogatorio de Alejandro Magno a un pirata cautivo: «¿Cuál es tu idea, infestando el mar?», y el pirata contestó, «La misma que la tuya, que infestas toda la tierra. Mas dado que mi barco es pequeño, a mí me llaman pirata. Pero como tú tienes toda una gran marina de guerra, te llaman emperador». «La Ciudad de Dios» (4, 4).

Si careces de poder y osas enfrentarte a él, eres violento; si lo posees o no poseyéndolo inclinas la cerviz, demócrata.

En manos de asesinos están nuestros destinos. Lobos son los que vigilan nuestro aburrido y cadencioso balar en el redil mientras pastamos. Si alguno desentona... al matadero. Los jueces carneros se encargan de marcar con sus leyes el despiece de la res convertida en terrorista.

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