«Son las fiestas en las que menos dinero me voy a gastar»
Casaca y boina roja, falda de tubo azul, es la txupinera de esta Aste Nagusia, la que en esta treinta edición de las fiestas bilbainas toma el testigo de quien se enfundara el traje por vez primera, en 1978, Ana Arciniega. A esta irakasle de Algara le quedan ya pocas horas para terminar con un sueño al alcance de muy pocas y, aunque seguro que no es fácil estar sujeta a una agenda, el lunes lo echará de menos.
Joseba VIVANCO |
Su agenda está más apretada estos días que la del propio Iñaki Azkuna y es la mujer que en Aste Nagusia compite en popularidad con la más querida de todas en las fiestas bilbainas, Marijaia. Pillamos a la txupinera mientras se dirige a unos de los muchos actos a los que acude obligada por el cargo momentáneo, aunque encantada de hacerlo. «Sólo tengo cinco minutos», nos dice. Pues disparamos.
Ya falta menos, ¿respira?
Pues la verdad es que da pena que se acabe. En realidad está siendo algo inolvidable y un lujo poder vivir la fiesta desde este punto de vista.
¿Cómo está viendo las fiestas desde su posición?
Este año está quedando clarísimo que Bilbo es capaz de hacer unas fiestas verdadaremente participativas, donde todos somos protagonistas, todos proponemos y vivimos la fiesta de una forma intensa. Aquí la fiesta se vive. Algunos nos proponen grandes eventos para que seamos meros espectadores, pero yo creo que estas fiestas las tenemos que mimar, que alimentar y que duren los siglos de los siglos.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido en su papel?
Remarcaría lo dicho. ¡Qué importante es en Bilbo vivir la fiesta desde dentro! Aquí no vale venir a mirar, sino venir y vivir la fiesta. Y me gustaría recalcar el enorme papel en ello de Bilboko Konpartsak. Zorionak para ellos y que sigan.
¿Con qué actos se queda de los muchos a los que ha tenido que acudir ?
Han sido distintos y no se pueden comparar. Unos han sido muy emotivos, como la visita a los niños enfermos del hospital de Basurto, o como el homenaje a los voluntarios de las inundaciones del 83. Otros, como los de dar los premios gastronómicos pueden parecer menos relevantes, pero la verdad es que ves la gran cantidad de gente que hay interesada en preparar estos platos con tanto cariño, máxime cuando yo, admito, que no soy buena cocinera. ¡Pero cuánta gente hay que lo vive!
¿Y trasnochar poco, o de otra manera?
Pues más bien de otra manera. Pero da tiempo para todo. A lo largo del día hay tiempo también para el relax, te vas a la txosna de Algara y allí te quitas los zapatos, el uniforme, para luego, vuelta otra vez. Pero, sí, es cierto que estoy andando más de día que de noche. El pregonero me dice que lo importante es comer, pero yo le digo que no, que dormir cinco o seis horas por lo menos, sino te pasa factura al día siguiente.
¿Y el traje? ¿Cuántas veces ha pasado por la lavadora?
Pues bastantes. Se pringa un poco, pero también tenemos un servicio de limpieza que te lo lava todas las noches y te lo trae por la mañana. Estamos cuidados de categoría... esto no lo había vivido nunca.
¿Y esto de ser txupinera significa que toda la semana ha ido de gorra?
Pues casi, casi. Hemos hecho un esfuerzo por pagar, sobre todo en las txosnas, pero es casi imposible, no nos dejan. Serán las fiestas en las que menos dinero voy a gastar.
¿Qué tal con su pareja festiva, Aitor Elizegi?
Fenomenal. Aitor es un chico encantador, que ha venido a todos los actos. Creo que entre los dos hemos hecho una pareja muy bonita, por lo menos de buenos amigos y de amistad.
¿Y cómo se siente una persona anónima siendo el centro de las miradas allá donde va?
Pues es muy bonito, porque hay tres personajes muy importantes en estas fiestas: la txupinera, el pregonero y Marijaia. La gente se quiere hacer fotos con nosotros, nos quiere tocar, quiere estar a nuestro lado... Pero no por nosotros, sino por el traje que llevamos.
¿Qué hará el lunes?
Intentaré descansar, visitar a mis compañeros de trabajo y dedicar la semana a mi familia, a mis dos niñas, que han estado en la fiesta, pero sin mí.
«De lo que me he dado cuenta estos días es de que aquí no vale venir a mirar, sino venir y vivir la fiesta. Porque aquí la fiesta se vive»
«¿El traje? Lo lavan cada noche. La verdad es que estamos cuidados de categoría... esto no lo había vivido nunca»