La bajada de goitiberas, cada vez más arraigada en Elgoibar
Sin duda, la bajada de goitiberas es una de las actividades más populares y multitudinarias de las fiestas de Elgoibar. En esta singular carrera, los participantes fabrican sus propios vehículos y bajan a toda velocidad montados en ellos desde Erretxindi hasta la calle Estación. «La carrera empezó medio en broma, y ahora reúne a muchísimo público», afirma el organizador Julián Rodríguez.
Asier VELEZ DE MENDIZABAL |
La bajada de goitiberas de Elgoibar congrega cada año a decenas de visitantes dispuestos a ver cómo varios jóvenes se deslizan a toda prisa a bordo de vehículos fabricados por ellos mismos. Las risas y el cachondeo están asegurados en esta singular carrera, que ya cuenta con más de diez años de antigüedad.
«Los mozos fabrican con mucho esmero unos vehículos especiales para la ocasión. Se trata de una bajada de unos 800 metros desde Errentxindi hasta la calle Estación, que los más veloces recorren en algo menos de un minuto. No obstante, siempre hay alguna otra goitibera a la que le cuesta un poco más llegar», comenta Julián Rodríguez, coordinador de la asociación de tiempo libre Zuhaitz, que desde hace algunos años se encarga de organizar esta actividad.
En ese sentido, Rodríguez recuerda cómo se ideó esta peculiar carrera hace más de diez años. «Hacia el año 1995, varios grupos de jóvenes del pueblo comenzaron a organizar las bajadas medio en broma, con la idea de que sirviese para poner un toque de humor a la fiesta. Poco a poco, la carrera ha ido arraigándose en la localidad, de manera que ahora se ha convertido en una de las actividades más conocidas y que más gente reúne», prosigue.
Esta carrera suele disputarse la mañana del penúltimo día de las fiestas de San Bartolomé, y en los últimos años están participando jóvenes de otras localidades que preparan los vehículos de manera muy meticulosa con la intención de llegar en primera posición.
«Por lo general, suelen participar siete u ocho goitiberas a las que se suben tres personas. Algunos de ellos vienen bien preparados con vehículos de hierro y ruedas con rodamiento, pero, en cambio, otros los traen de madera y les suele costar un poco más realizar el recorrido», comenta Rodríguez, que gestiona la carrera desde hace varios años después de coger el relevo de la Cruz Roja en la organización de este evento.
Disfrazados
Pese a que no es un requisito indispensable, muchos de los jóvenes acuden disfrazados a la carrera e incluso les ponen nombres a sus goitiberas. En ese sentido, el organizador recalca el «espíritu lúdico y participativo» en el que se fundamenta esta actividad.
No obstante, la organización otorga unos suculentos premios a los tres primeros clasificados; 260 euros al primero, 220 al segundo y 180 al tercero. Por tanto, no es de extrañar que los participantes se esfuercen para fabricar unos vehículos muy veloces y ágiles.
Respecto al sexo de los participantes, Rodríguez destaca que la mayoría son chicos, mientras que es raro ver a alguna mujer bajando en las goitiberas. «Sin duda, casi todo suelen ser chicos. No sé por qué, pero las chicas son menos lanzadas», destaca el organizador de la carrera.
Fútbol con vaquillas
Asimismo, desde hace algunos años, el mismo día que se celebran las carreras de goitiberas, por la tarde, se disputan los partidos de fútbol con vaquillas. En estos divertidos partidos los participantes comienzan a jugar en un recinto vallado, y, posteriormente, introducen una vaquilla que dificulta sobremanera la labor de los jugadores.
«Estos partidos causan furor entre los vecinos ya que es muy divertido ver cómo los mozos se las apañan para jugar a fútbol con la vaquilla corriendo por el campo», afirma Rodríguez, que también se encarga de organizar estos partidos tan singulares.
En este torneo suelen participar siete u ocho equipos y se reparten, de la misma manera que en la carrera de goitiberas, sustanciosos premios.
Para poder participar en esta peculiar carrera es imprescindible llevar casco como medida mínima de seguridad, ya que las caídas suelen ser muy habituales. De hecho, algunos mozos también se protegen con rodilleras y coderas.