El crimen de ficción hace gala en verano de sus virtudes relajantes
La novela policiaca es, pese a los hechos espeluznantes y la realidad sombría que describe, la lectura por excelencia de los días de vacaciones. Y es que, según los expertos, triene la virtud de entretener y, además, de aliviar las angustias.
Delia MILLÁN
Alfred Hitchcock, el maestro del suspense, afirmaba: «Hay que hacer sufrir al público lo más posible, pero también hay que darle placer... el mismo placer que sienten las personas que se despiertan de una pesadilla». Es este mecanismo el que hace que la novela policiaca tenga virtudes relajantes, porque, «por muy horrible que sea lo que cuenta, uno sabe que todo volverá a estar en orden», explica al respecto Angela Esser, portavoz de Syndikat, la asociación de autores que cultivan el género en lengua alemana.
«Una novela policiaca es una narración que crea un miedo que luego deberá aliviar», escribió Thomas Narcejac, quien, junto a Pierre Boileau, escribió notables obras de este tipo, entre otras la que sirvió de base a Alfred Hitchcock para el guión de «Vértigo».
En todo caso, el relato debe mantener una distancia respecto al horror que describe, «de otro modo -escribió Raymond Chandler en su ensayo sobre el género, «El simple arte de matar»-, sólo los psicópatas querrían escribirlo o leerlo». Este distanciamiento es lo que hace que muchas novelas policiacas, sobre todo las clásicas, puedan disfrutarse como un juego de enigmas.
No cabe duda de que el género tiene un fuerte componente lúdico y, por ello, cada vez son más numerosos los festivales dedicados a él, como la Semana Negra de Gijón, el Festival del Crimen de Múnich o las crime parties del mundo anglosajón, que incluyen a veces escenificaciones de asesinatos que hay que resolver.
La lectura de la novela policiaca y de las que, en cierta medida, pueden considerarse sus variantes, como la novela negra, la de espionaje o el thriller, suele ser fácil, y por ello es muy propia de las vacaciones. «Cuando más se lee, es en vacaciones, en lugares donde no hay otras distracciones, como la televisión, o cuando vuelve el mal tiempo -explica Esser-. En todo caso, en la playa no suele apetecer leer precisamente `Fausto'».
Aunque, en general, de lectura más fácil que cualquier «Fausto», hace ya tiempo que el policiaco dejó de ser un género menor. Hoy en día está conside- rado uno de los mejores vehículos de análisis y crítica social. Según una reciente encuesta realizada por dos sociólogos franceses, Annie Collonald y Erik Neveu, que fue objeto de una reseña en «Le Monde Diplomatique», «los lectores quieren historias de la vida real, del entorno social contemporáneo, que no encuentran en la `novela blanca' elitista y egocéntrica».
Las novelas negras, sobre todo las que se escriben hoy día en los países escandinavos, satisfacen «al lector naturalista, que encuentra en estas obras el reflejo del nuevo universo criminal: las mafias del Este, la prostitución, la droga, la inseguridad creciente», añade Norbert Spehner, especialista franco-canadiense del género.
Pero el interés de la novela policiaca va más allá de lo sociológico y, según la enciclopedia Hachette, puede alcanzar a lo metafísico: «Nos hace enfrentar nuestra propia muerte y nos permite domar el miedo, nos permite interrogarnos sobre la doble naturaleza del ser humano que se debate entre la virtud y el vicio».
Un síntoma de ello sería el hecho de que la novela policiaca para niños y adolescentes tiene cada vez más éxito y en algunos países es objeto de estudio en los colegios. «¿Es razonable que existan novelas policiacas para niños? ¿Es razonable que el universo del crimen tenga un lugar en la literatura infantil?», pregunta, en un estudio sobre este tipo de obras, la profesora Claude Hubert-Ganiayre, de la Universidad de Paris X-Nanterre. Y contesta: «La novela policiaca responde a muchos fantasmas de la infancia, la atracción por lo secreto, el miedo a la muerte, a la noche, la rebelión ante la injusticia de la fatalidad». Responde también, como los cuentos infantiles clásicos, al placer agridulce de pasar miedo. Puede también, como esos cuentos, ayudar al desarrollo, pues como éstos, trata de «aventuras que son como la búsqueda de uno mismo», como un viaje iniciático, dice la profesora. Esto mismo se puede aplicar también a las novelas de género policiaco destinadas a adultos.
Georges Simenon, uno de los escritores que, con la publicación de sus obras completas en la prestigiosa colección de clásicos franceses de La Peyade, hizo entrar oficialmente a este género en la literatura noble, decía: «Lo que busco es la verdad».