Maite SOROA
Arnaldo Otegi, a la calle
Hoy sale a la calle Arnaldo Otegi. Y a algunos les empieza a picar un sarpullido más que incómodo. Por eso tratan -y no cejarán en el empeño- de desprestigiar a uno de los hombres más estimados en la izquierda abertzale. Por eso Santiago González, en «El Mundo», vaticinaba ayer que «cuando Arnaldo Otegi salga de Martutene tras haber cumplido los 15 meses que le impuso la Audiencia Nacional por enaltecimiento del terrorismo, no tendrá a muchos fieles esperándole. Menos, en cualquier caso, de los que le acompañaron, física o sentimentalmente, a la entrada». Lo de «sentimentalmente» tiene su gracia y lo de «físicamente» es, simplemente una memez: a Otegi sólo le acompañaron a Martutene los ertzainas que lo detuvieron en su casa, en Elgoibar.
Le pica tanto que no para de rascarse el tío: «Quedaba lejos el tiempo del esplendor para Otegi, cuando muñía con Eguiguren el vistoso proceso de paz, cuando la mayoría de las espectadoras (y una parte de los espectadores, claro) de ETB lo elegían en un programa de sobremesa como el político más sexy de Euskal Herria». Eso ya le pone a cien al escriba de Pedro J. y, para buscar cierto alivio, busca la comparación imposible: «No se asombren, que en todas partes cuecen habas. En diciembre de 1993, el buen pueblo español que ve la tele, votó los premios Queridísimos 93 que patrocinaba Tele 5. El galardón al político más valorado por los televidentes fue Jesús Gil y Gil y el queridísimo de la Economía fue el entonces presidente de Banesto, Mario Conde. El banquero no pudo recogerlo porque aquel 28 de diciembre, día de los inocentes, vio cómo el Banco de España intervenía su banco y ponía fin a su carrera». Puestos a escribir melonadas, algunos optan seriamente al Nobel que, como apuntamos en fecha reciente, habrá que instaurar con premura.
Y termina cociéndose en su propia salsa: «Qué añoranza de aquel día en que un presidente del Gobierno le reconocía como `líder de la izquierda abertzale' y lo elogiaba porque `ha hecho un discurso por la paz y abre una etapa distinta en Euskadi'». Lo dice dolido, porque, en el fondo, sabe que era verdad. ¡Qué picor!