Un nuevo episodio violento sacudió ayer México con el hallazgo de doce cuerpos decapitados en el Estado de Yucatán.

El subprocurador de Justicia, Rafael Acosta, informó que once de los cadáveres fueron encontrados el jueves por dos jóvenes en los montes del poblado Chichí Suárez, cerca de la ciudad de Mérida. El otro, fue hallado en el municipio de Buctzotz.

Según declararon las autoridades locales, los 11 cuerpos estaban apilados, diez de ellos completamente desnudos. La mayoría de los cuerpos tenían tatuajes con forma de dragón, y se estima que su edad estaba comprendida entre los 25 y 35 años. Ninguna de las víctimas había recibido heridas de bala.

Fuentes no oficiales precisaron que algunos fallecidos eran miembros de las fuerzas de seguridad de Cancún, Quintana Roo, Yucatán y probablemente otros estados.

«Estas personas habrían sido asesinadas y decapitadas en otros lugares y abandonadas después en Chichí Suárez», declaró Acosta, mientras continuaba la búsqueda de las cabezas de las víctimas. El Ejército acordonó la zona del hallazgo al tiempo que se incrementaron las medidas de «seguridad» en la ciudad de Mérida.

Este crimen es uno de los más sangrientos desde que, a mediados del año 2006, un grupo armado arrojó cinco cabezas en medio de un bar en el Estado de Michoacán, en una supuesta advertencia contra grupos rivales de narcotraficantes.

En el municipio de Buctzotz, ubicado a 180 kilómetros de Mérida, cerca de las famosas ruinas mayas de Chichen Itza, fue encontrado otro cadáver decapitado que, según trascendió, guardaría relación con el primer hallazgo.

Altos miembros de seguridad de Yucatán se reunieron de emergencia ayer en el palacio de Gobierno de la capital del Estado para analizar la situación. El procurador de Justicia, José Guzmán Pacheco, declaró que «es un hecho lamentable», pero llamó a la ciudadanía a no perder la calma.

«Guerra contra la droga»

Más de 2.300 personas han perdido la vida en México este año por la violencia relacionada con la droga, mientras que en 2007 murieron unas 2,500 personas. La mayoría de ellas ha muerto a raíz de los ataques entre bandas rivales, aunque también el Ejército mexicano ha abatido a civiles en numerosas ocasiones.

El presidente de México, Felipe Calderón, convirtió la lucha contra el narcotráfico en la principal prioridad de su Gobierno y, para ello, desplegó decenas de miles de soldados y policías en varias ciudades. Esta medida ha sido tildada de contraproducente por la oposición.