El ciclismo es un deporte en el que no siempre gana el más fuerte. La galesa Nicole Cooke, pese a sufrir durante varios momentos en la última vuelta, tiró de casta, astucia y toneladas de sangre fría para revalidar su oro olímpico con el entorchado mundial. La representante británica superó en el sprint a la principal favorita, la neerlandesa Marianne Vos, y la alemana Judith Arndt, que lograron las respectivas medallas de plata y bronce.

Por su parte, de la representación vasca sólo Eneritz Iturriagaetxebarria logró terminar la prueba -en el puesto 52, a más de seis minutos de la vencedora-, ya que la navarra Iosune Murillo debió echar pie a tierra al final de la sexta de las ocho vueltas que constaba la prueba.

Esquemas rotos

Fue una carrera más dura de lo esperado, pues desde las primeras vueltas los ataques fueron continuos, lo que rompió las tácticas de los equipos fuertes. Esos tirones sirvieron para hacer la que resultó ser la escapada definitiva.

En la última vuelta el pelotón puntero quedaba reducido a cinco corredoras: las alemanas Worrack y Arndt, la holandesa Vos, la sueca Johansson y la galesa Cooke, que eran las que se iban a disputar el podio.

Los nervios y la desconfianza afloraban y la primera en salir a escena fue la holandesa Vos, sin duda, la más fuerte del quinteto. De hecho, logró abrir hueco en las dos subidas de la carrera, pero el trabajo de Worrack en favor de su compañera de selección impidió que la neerlandesa repitiera su triunfo de 2006.

Debido a un excesivo desgaste, Vos se encontró con las peligrosas Arndt y Cooke en los últimos metros, pero sin ninguna reserva en el depósito de combustible. La corredora galesa sacaba fuerzas de flaqueza en los últimos metros, y se hacía con un oro que celebró ondeando la bandera de su país.