Tras la operación contra Batasuna
Batasuna vuelve a su sede con fuerza
Cerca de dos mil personas respondieron al llamamiento hecho por Batasuna en respuesta a la operación policial de esta semana. Uno de los detenidos y posteriormente liberados, Xabi Larralde, manifestó que la ilegalización ya está en marcha, ante lo que llamó a seguir trabajando. Resaltó que la embestida represiva responde al temor que los estados tienen al proyecto que defiende el movimiento independentista, y auguró que habrá un futuro mejor.
Iñaki ALTUNA | BAIONA
La ikurriña, la bandera de Batasuna y la enseña de Nafarroa fueron de nuevo colgadas de los mástiles de la sede que la formación abertzale tiene en Baiona y que ha sido objeto de un intenso registro estos días. Ocurrió en el acto que puso final a la manifestación celebrada en la capital labortana contra la última operación policial. Los congregados, que escuchaban en ese momento a Xabi Larralde, rompieron en aplausos y gritos de «Batasuna aurrera» por la recuperación de la sede, aunque sepan, como lo dijo el propio Larralde, que el proceso de ilegalización está en marcha.
La manifestación que recorrió las arterias principales de la capital labortana estuvo encabezada por una pancarta en la que se podía leer «Euskal Herria onartu, errespetatu. Herria aitzina. Batasuna aitzina». Era portada, entre otros, por los miembros de Batasuna detenidos en la operación y puestos en libertad. Los instantes previos a la manifestación, que partió de la Place des Basques, fueron aprovechados por los asistentes para saludar a los recién liberados, que no daban abasto para atender a quienes se les acercaban.
La marcha estuvo salpicada de ikurriñas, banderas de Batasuna y carteles con el lema «Herri bat gira!», portados todos ellos por los manifestantes, que lanzaron numerosas consignas, como «Ez gaituzte geldituko», «Batasuna aitzina» o «Demokrazia Euskal Herriarentzat».
Tras pasar al lado del Ayuntamiento, la manifestación atravesó el puente que cruza el río Errobi y puso rumbo hacia la sede de Batasuna. Allí, junto al portal, esperaba una tarima preparada para el acto político, desde la que habló Larralde.
Palabras de agradecimiento
Sus primeras palabras fueron para agradecer las movilizaciones de solidaridad producidas en diferentes localidades y para saludar a los miembros de Batasuna encarcelados, así como a las personas que permanecen en prisión por el caso de Kalaka. El «Maite zaituztegu» lanzado por Larralde arrancó los primeros aplausos.
Respecto al impulso ilegalizador y a la estrategia represiva, Larralde dijo que su objetivo es «difundir el miedo y amedrentar a los militantes abertzales para que abandonen». Reconoció que son momentos muy duros, pero a los que, apostilló, «debemos hacer frente».
Avisó de que sus palabras podían sorprender por ser también optimistas, y explicó que se deben mirar los acontecimientos «con perspectiva» y que «de los tiempos oscuros surge la luz». Añadió que «la brutalidad de los estados sólo se puede entender por su temor al proyecto de la izquierda abertzale», y auguró que llegarán momentos mejores, «gracias a la lucha y el trabajo».
Para explicar la última embestida represiva, Larralde apuntó que el Estado francés ha tomado muy en cuenta el dato de los muy buenos resultados de Euskal Herria Bai, que, a su entender, demuestran que el movimiento abertzale va para arriba, con una importante dinámica diaria. Por eso, dijo que la mejor respuesta ante París consiste en seguir en ese camino y «construir la Euskal Herria que soñamos». Tras llamar a levantar la cabeza frente al Estado francés, también invitó a la colaboración entre abertzales.
Ni armas ni explosivos
Sobre la operación policial, dijo, con sarcasmo, que la Policía no encontró ni armas, ni explosivos, ni nada del «impuesto revolucionario» de ETA; «sólo toneladas de documentos» de carác- ter político sobre los más variados temas, como la economía, el euskara o las instituciones europeas.
En relación el proceso de ilegalización en curso, citó a dos protagonistas. La primera, la jueza Levert, sobre la que destacó su estrecha relación con las autoridades españolas y que había hecho suyas las tesis de Garzón de que «todo es ETA».
La segunda protagonista, añadió, es la ministra de Interior, Michèle Alliot-Marie, quien recientemente envió a Batasuna una carta «muy educada», en respuesta a una misiva de la formación abertzale. Larralde denunció su estrecha colaboración con su homólogo español, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Después de lanzar un mensaje a la sociedad para que defienda los derechos civiles más elementales, manifestó que la izquierda abertzale es un movimiento indispensable para el país, y también para la resolución del conflicto, y terminó su intervención instando al Estado francés a que respete la existencia de Euskal Herria, su identidad, cultura y lengua.
Media hora después de terminar el acto, grupos de jóvenes volcaron contenedores y, en algún caso, les prendieron fuego.
La manifestación reunió a cerca de dos mil personas pese a los fortísimos controles dispuestos por las policías española y francesa en los distintos pasos fronterizos, que impidieron que ciudadanos que se dirigían a la movilización desde Hego Euskal Herria pudiesen llegar. Los agentes españoles retenían a los coches para registrarlos e identificar a sus ocupantes, y los franceses prohibían a muchos el paso. En la estación del Topo de Hendaia ocurrió otro tanto: a muchos desplazados desde el sur se les comunicaba que «no pueden entrar en Francia». Con todo, cuando la marcha dio sus primeros pasos resultaba evidente que era una de las movilizaciones más importantes habidas en Baiona en los últimos tiempos, sólo superada por las de carácter sindical, lo que no impidió que, con tono de despistado y en español, un periodista preguntara a otros colegas: «¿Cuánta gente habrá? ¿Unos 300?». No insistió. Lo cierto es que los organizadores dieron la cifra de dos mil manifestantes, e incluso la Policía confirmó ese dato, según recogió la agencia Efe.