Las negociaciones sobre el plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares ganaron nueva fuerza ayer en el Congreso de EEUU, inmerso en una carrera contrarreloj para lograr un acuerdo antes de que abran las bolsas mañana.

«Nuestro objetivo es anunciar un acuerdo mañana (por hoy domingo) y votar el lunes», afirmó Mitch McConnell, líder de los republicanos en el Senado. La misma intención expresó Harry Reid, líder de la mayoría demócrata. «Esperamos que mañana por la tarde podamos anunciar que ha habido algún tipo de principio de acuerdo, de forma que la única cosa que falte será poner el proyecto de ley por escrito», explicó Reid.

No hubo, sin embargo, declaraciones de los republicanos de la Cámara de Representantes, que son el impedimento para que se apruebe el plan. Ese grupo de legisladores del ala más derechista del partido republicano se opusieron a la intervención, incluso contra la opinión de los propios mercados, en una accidentada reunión con el presidente George W. Bush el jueves en la Casa Blanca, en la que hubo hasta gritos, según algunos participantes.

Desde el fiasco del jueves, las voces se han calmado y Reid dijo ayer que hubo progresos «significativos». En el mismo tono se expresó Bush en su alocución semanal por radio, al afirmar que existe «un acuerdo general» sobre los principios del plan de rescate y dijo que espera que sea aprobado «muy pronto».

Al mismo tiempo, quiso justificar ante los votantes la utilización sin precedentes de recursos públicos. «Sé que muchos de ustedes están frustrados. Cuando el Gobierno les pide que paguen por los errores de Wall Street, no parece justo», admitió.

Advertencia apocalíptica

No obstante, amenazó con «una recesión profunda y dolorosa» para todos si el Gobierno no hace nada. «Toda nuestra economía está en peligro. Si fuera posible dejar que cada empresa irresponsable en Wall Street fracase sin afectarle a usted y a su familia, yo lo haría. Pero eso no es posible. El fracaso del sistema financiero significaría penuria económica para muchos de ustedes», advirtió Bush.

Los republicanos de la Cámara Baja insisten en reducir la actuación pública y han propuesto que el Gobierno coordine un fondo con dinero privado que ofrezca garantías de pago de los títulos de mala calidad, en lugar de comprarlos. Los demócratas se han mostrado dispuestos a incorporar esa idea, pero sólo como una de las opciones del Gobierno.

En cambio, se han negado a aceptar una rebaja de las plusvalías financieras, otra de las propuestas de ese grupo de republicanos. El Gobierno ha accedido a poner límite a los salarios de los ejecutivos de las empresas que se beneficien del programa, a que se cree un mecanismo de supervisión y a que los contribuyentes obtengan derechos para la compra de acciones. Por otro lado, 1.400 expertos y representantes de empresas de más de un centenar de países reunidos en el Foro Económico Mundial que se celebra estos días en la ciudad china de Tianjin, fueron unánimes a la hora de cuantificar la magnitud de la actual crisis financiera, pero no se pusieron de acuerdo sobre plazos y de remedios. «Si no hay acuerdo el lunes habrá un problema grave en los mercados. El problema se expandirá y el riesgo será para todos», advirtió John Hutton, secretario de Estado de Negocios de Gran Bretaña. El comisario de Comercio de la UE, Peter Mandelson, advirtió que la crisis no puede desembocar en «una nueva ola de proteccionismo» y se refirió a la necesidad de crear nuevos reguladores más globales.