Obama, a la Casa Blanca
Obama asegura que cumplirá sus promesas sobre Irak y Guantánamo
En la primera entrevista en televisión tras su victoria el 4 de noviembre, Barack Obama reiteró sus compromisos de llevar a cabo un repliegue estratégico -que no retirada total- de las tropas de Irak y de cerrar Guantánamo. No aclaró, en ningún caso, si piensa sustituir el centro de detención por otro similar en suelo estadounidense ni si se limitará a un maquillaje para mantener incólume el sistema judicial erigido por George W. Bush tras los ataques del 11-S.
GARA | WASHINGTON
El presidente electo de EEUU, Barack Obama, ha confirmado públicamente que cumplirá sus promesas de campaña de cerrar el centro de detención de Guantánamo y de proceder a un repliegue estratégico en Irak.
«He dicho muchas veces que quiero cerrar Guantánamo y cumpliré mi palabra», declaró Obama en su primera entrevista televisada desde su victoria el 4 de noviembre en el programa «60 minutos» de la cadena CBS.
Por lo que respecta a la invasión y ocupación del país árabe, que ha dejado un millón largo de iraquíes y más de 4.000 soldados estadounidenses muertos desde marzo de 2003, el futuro inquilino de la Casa Blanca mantiene también su promesa.
«Lo he repetido a lo largo de la campaña y mantengo mi posición: cuando asuma el cargo, convocaré al Estado Mayor y a los responsables de la seguridad nacional con el objetivo de lanzar un plan de retirada de nuestras tropas», subrayó.
Obama no ha ocultado su objetivo de licenciar soldados y presupuesto del frente iraquí y concentrar sus esfuerzos en la guerra de Afganistán, que ha convertido en una prioridad de su política extranjera.
Coincidiendo con una mejora de la situación para las tropas ocupantes sobre el terreno en Irak en el último año, Obama, que se pronunció contra la invasión del país ya en 2003, aspira a retirar buena parte de las tropas estadounidenses en 16 meses, de aquí al verano de 2010.
Ello no implica una retirada total Irak, como queda consignado en el acuerdo aprobado el pasado domingo por el Gobierno iraquí y que pone como fecha límite 2011 aunque prevé el mantenimiento de bases estratégicas estadounidenses en el país árabe.
En cuanto a Guantánamo, el próximo presidente estadounidenses ha prometido reiteradas veces en campaña que cerraría el centro de detención situado en territorio ocupado a Cuba, que ha devenido uno de los símbolos de los «excesos de la guerra al terror» liderada por George W. Bush y criticada en todo el mundo,
Abierto a comienzos de 2002 en la base naval estadounidense de Guantánamo, el centro de detención alberga actualmente a 255 prisioneros del total de más de 800 que han sufrido sus extremas condiciones de encarcelamiento sin cargos
Futuro judicial en el aire
El abogado David Cynamon, que tiene previsto visitar esta semana a cuatro prisioneros en Guantánamo, auguró que «mis clientes se van a quedar sorprendidos porque estaban convencidos de que un negro no podría nunca convertirse en presidente de EEUU (...) Les diré que es una noticia esperanzadora para ellos, pero me temo que no van a estar de acuerdo conmigo después de los siete años que han pasado allí», añadió.
Las asociaciones de derechos civiles han aplaudido el compromiso de Obama pero reclaman que no se limite a un cierre estético y exigen indemnizaciones y castigo a los responsables de la creación del centro. No parece que vaya a ser el caso, habida cuenta de que el Pentágono está buscando emplazamiento en suelo estadounidense para una prisión de alta seguridad.
Ya en 2007, un proyecto para transferir a los detenidos a una prisión militar en Fort Laebenworth (Kansas) fue mal acogido por la población local.
El Pentágono parte del principio de que no se podría mezclar a estos prisioneros, «combatientes enemigos» en el argot de la guerra al terror, con presos sociales, lo que da alas a la hipótesis de que se construirá un nuevo centro para 190 de ellos - otros 60 son considerados «transferibles» a su país de origen o a terceros-.
Esta solución es criticada igualmente por las asociaciones defensoras de los derechos humanos. «No creo que la solución sea cerrar por un lado Guantánamo y abrir un centro similar con otro nombre en EEUU», recuerda Jameel Jaffer, director del programa de Seguridad Nacional de la Asociación americana de Defensa de las Libertades Públicas (Aclu).
En su opinión, el cierre del centro de detención más controvertido del mundo debería ir acompañado de la remoción del sistema judicial puesto en marcha específicamente para el caso de Guantánamo.
Una veintena de prisioneros han sido inculpados hasta la fecha y otros 60-80 esperan el mismo destino ante los tribunales de excepción creados al efecto. El propio Obama denunció su creación durante la campaña electoral.
Pero el futuro de los procesos contra los detenidos sobre los que pesan acusaciones graves es en estos momentos uno de los secretos mejor guardados en Washington. Su equipo de transición ha salido al paso de rumores que aseguran que el futuro presidente planearía crear nuevos tribunales de «seguridad nacional».
«No creo que estos rumores reflejen el espíritu de la nueva Administración», confía Jaffer, quien espera que Obama elegirá la vía oficial de los tribunales federales. El tiempo lo dirá.
El abogado de un prisionero uzbeko sobre el que no pesa cargo alguno en Guantánamo avanzó que Irlanda estudia acogerlo. Sería el primer país de la UE en aceptar un preso en su suelo.
Damasco denunció el acuerdo EEUU-Bagdad sobre el estatus de las tropas ocupantes y recordó que atenta contra la «historia, independencia y dignidad del país vecino».
El presidente electo Barack Obama se reunió en Chicago con su ex rival republicano John McCain, con quien abordó fórmulas de cooperación. Los dos lucieron sus mejores sonrisas durante una breve sesión fotográfica en la sede de la Oficina de Transición de Obama en Chicago. «Tuvimos una conversación productiva sobre la necesidad de lanzar una nueva era para luchar contra el despilfarro y el amargo partidismo en Washington», dijeron.McCain conversa con Obama en su primera reunión tras las elecciones.
El grupo parlamentario del movimiento chiíta antiocupación al-Sadr exigió la tramitación de una nueva ley que exija un voto de calidad -dos tercios- para ratificar tratados internacionales como el acuerdo con EEUU para garantizar el estatus de sus tropas en el país árabe.
El presidente del Parlamento, Mahmud Machhadani, dio parcialmente satisfacción a la treintena de diputados sadristas (de un total de 275) introduciendo el punto en el orden del día pero se negó a su exigencia de que el examen en primera lectura del acuerdo, aprobado la víspera por el Gobierno títere, quedara postergado.
«Queremos que hoy sólo sea examinado el proyecto de ley sobre tratados y convenciones y no el acuerdo con EEUU», insistió Aqil Abdel Hussein, portavoz del grupo parlamentario sadrista.
«La adopción por mayoría simple de este acuerdo va en contra de las instrucciones de al-Sistani, que ha apelado a un consenso nacional», recordó otro portavoz, Ahmad al-Massudi, haciendo referencia al gran ayatolah chiíta iraquí.
En un comunicado hecho público ayer mismo, el líder chiíta Moqtada al-Sadr instó al Parlamento a rechazar el acuerdo y advirtió de que, en caso contrario, «significará que han vendido a Irak y a su pueblo».
Todo en vano. El Parlamento iraquí examinó el acuerdo con EEUU amparándose paradójicamente en una legislación de tiempos de Saddam Hussein. «Si el proyecto de ley sobre tratados y convenciones no es adoptado, la ley del antiguo régimen (de Saddam Hussein) es la que prevalece, como ha ocurrido hasta la fecha con otros tratados internacionales», alardeó Sami al-Askari, diputado próximo al primer ministro, Nuri al-Maliki.
El Gobierno cuenta con contar con una mayoría clara en favor del acuerdo. Qassem Daud, de la Alianza Unificada Iraquí, aseguró que a los 85 diputados de este grupo parlamentario se sumarán los 53 de la Alianza Kurda y parte de los sunitas del Frente para la Concordia Nacional (38).
Al-Maliki logró el domingo el aval de los ministros de las tres grandes comunidades (chiíta, sunita y kurda) del país.
En espera de su voto definitivo en el Parlamento, el Consejo presidencial (presidencia colectiva) deberá dar luz verde para la firma definitiva del acuerdo antes de que expire el mes y para la que está prevista la visita de la secretaria de Estado de la Administración Bush, Condoleezza Rice. En un primer momento se aseguró que el texto sería ratificado por al-Maliki y el propio Bush.
La firma preliminar tuvo lugar ayer en Bagdad. Pusieron la rúbrica, por parte EEUU, el embajador Ryan Crocker y, por parte iraquí, el ministro de Exteriores, Hoshyar Zebari.