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Lander García Rodrigo Miembro de Ahaztuak 1936-1977

Feliz 20-N: Carta a un Terrorista

En tu ausencia han sido muchas las pruebas, los documentos, los testimonios y los trabajos de investigación que han conseguido despertar conciencias y superar el miedo No somos unos nostálgicos del pasado, muy al contrario, nos acordamos porque creemos en el presente y en el futuro. Porque hemos pasado del silencio a la denuncia, del olvido a la memoria y del miedo a la reivindicación

Me dicen que no has cambiado de dirección, la verdad es que no ha sido difícil encontrarte. Ya sé que el 20 de Noviembre es una fecha muy especial para ti, por eso te escribo, además te quiero comentar algunas de las novedades que están pasando por aquí fuera. Hace mucho que no sales, pero tranquilo que la mayoría de las cosas están igual. Eso sí, la cuadrilla no te olvida.

No sé si te acuerdas de tu amiga la griega; sí, hombre, con la de veranos que habéis pasado juntos en Galicia. Últimamente hasta ella se atreve a hablar de ti. Tendrías que oírle cómo te recuerda. Dice que eres «un hombre sencillo, con ganas de agradar y muy tímido». Pero no te enfades, lo dice para defenderte ante un montón de enemigos que te han salido. Por cierto, otro que se acuerda mucho de ti, cómo no, es su marido. Este creo que es italiano de nacimiento, aunque ha vivido en varios lugares porque su abuelo se quedó en paro y tuvieron que buscarse la vida. Ya se le nota que es un ciudadano del mundo; bueno, qué te voy a contar a ti que lo has visto crecer, con la de veces que habéis compartido balcón en esas fiestas que organizabais. Dice la griega que el italiano «se muestra tajante desde el primer momento proclamando que delante de él no se habla mal» de ti. Es tan campechano... tendrías que verle cómo manda callar a cualquiera que le lleve la contraria, cómo se nota que habéis compartido media vida juntos.

Y es que la griega se ha quedado a gusto. Acuérdate de que ya se saltó el protocolo para abrazar a tu esposa en tu despedida física, que no política. También habla muy bien de tu hija y de otro amigo tuyo, uno con apellido navarro que tenía una carnicería. Vamos, eso tengo entendido porque, según lo recuerdan por allí, era el «carnicero de Málaga». Fíjate qué nivel, siendo carnicero y llegó a presidente del Gobierno. Por cierto, ahora ha salido a la luz que en aquellos años de incertidumbre el carnicero se ofreció a los de las hamburguesas para declarar la guerra al vecino por si hacía falta parar la extensión de la carne roja. Bueno, de eso igual no te acuerdas, porque fue después de que pusieran en la radio la canción «Grandola, Vila Morena» y tú ya estabas con el permiso del enterrador. Qué tiempos aquéllos, ahora el carnicero ya no está con nosotros, pero todavía quedan muchos de tus tiempos en los bancos, iglesias, tribunales, poltronas... que no se han hecho vegetarianos precisamente, y es que has marcado una época.

Están pasando muchas cosas más, imagino que te habrá llegado algo sobre un movimiento popular que se ha puesto en marcha desde hace unos años. Supongo que habrás oído algún comentario a los monjes que cuidan tu cripta, se llama coloquialmente «lo de la memoria histórica», es un fenómeno reciente y ha calado en la sociedad como nunca hubieras creído posible. Sí, porque en tu ausencia han sido muchas las pruebas, los documentos, los testimonios y los trabajos de investigación que han conseguido despertar conciencias y superar el miedo. Para muchos amigos tuyos todo esto está resultando desconcertante. Toda esta gente del nuevo régimen constitucional del que nos dotasteis tú y los tuyos con la complicidad de los que decían ser tu oposición, no se han dado cuenta o no han querido ver el verdadero recorrido que tiene «esto de la memoria». Es importante que lo sepas, ésa es la razón principal por la que te escribo. No te extrañes, ¿o es que no sabías que aquellos muertos tenían vivos, y que las ideas no se pueden asesinar? Deberías haberlo aprendido, tú que has arrancado tantas flores y seguías viendo cómo crecían.

De todas formas, supongo que no te quejarás de la «bendita transición», y es que desde ahí, bajo 1.500 kilos de granito, sigues disfrutando de tu «atado y bien atado». Mientras tanto aquí, al otro lado de esa losa, somos muchos los que nos seguimos acordando de ti y de los tuyos. Pero no te equivoques, no somos unos nostálgicos del pasado como tus amigos, muy al contrario, nos acordamos porque creemos en el presente y en el futuro. Porque hemos pasado del silencio a la denuncia, del olvido a la memoria y del miedo a la reivindicación.

Si quieres, puedes darle recuerdos de mi parte al «ausente», que creo que anda por allí también. Pero te recomiendo que ni te atrevas a mirar a los ojos de los miles de luchadores antifascistas que secuestraste en 1959 y contra su voluntad siguen enterrados contigo en la mayor escenificación de la apología del terrorismo de Europa.

Feliz 20-N, terrorista.

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