Los grandes fabricantes de automóviles estadounidenses y europeos multiplican las llamadas a la ayuda pública ante los riesgos de quiebra en un sector afectado de pleno por la crisis económica mundial. Los dueños del «Big Three» estadounidense -General Motors, Ford y Chrysler- intentan convencer el Senado para que apruebe la concesión de un crédito puente de 25.000 millones de dólares (20.000 de euros).

El presidente de Chrysler, Robert Nardelli, afirmó que su grupo no podría continuar funcionando con normalidad «sin un apoyo financiero inmediato» del Estado federal, y agitó el fantasma de una quiebra que pondría en peligro 56.000 empleos directos.

El dueño de Ford, Alan Mullaly, también advirtió sobre un «efecto devastador sobre el conjunto de los fabricantes, de los fabricantes de equipos y concesionarios» si uno de sus competidores se hundiera.

El secretario del Tesoro, Henry Paulson, por su parte, volvió a rechazar que una parte de los 700.000 millones de dólares destinados al rescate del sistema financiero se utilice para apoyar a la economía, en particular el sector automóvil.

Ayer, el primer fabricante automóvil japonés, Toyota, anunció que pararía la producción en todas sus fábricas en EEUU y Canadá durante dos días en diciembre, en reacción a la caída de la demanda local.

En Europa, el secretario de Estado francés para asuntos europeos Jean-Pierre Jouyet, consideró que «medidas específicas y temporales» de apoyo al sector automóvil europeo podrían ser útiles para hacer frente a la caída de ventas más fuerte desde hace 15 años. La canciller alemana, Angela Merkel, había declarado el martes que la UE iba a garantizar que el plan estadounidense de apoyo al sector automóvil no penalizaría a la industria europea.

Opel, caso «excepcional»

Los fabricantes de automóviles europeos pidieron en octubre una ayuda de 40.000 millones de euros en forma de préstamos con un tipo de interés reducido, además de primas para incitar a los consumidores a sustituir a sus coches.

El fabricante alemán Opel, que se dice víctima de las dificultades de su casa matriz General Motors, es uno de los protagonistas de estas demandas. Opel ha pedido ayuda financiera al Gobierno alemán, y Merkel ha prometido una decisión antes de fin de año.

El comisario europeo de Industria, Günter Verheugen, aseguró que «la situación excepcional de Opel» justifica la adopción de medidas excepcionales y también opinó que sus problemas se deben exclusivamente a la situación de General Motors. «No es cuestión de subvenciones, sino de una posible garantía de Estado», afirmó.

El grupo alemán de energía solar Solarworld prepara una oferta para adquirir las cuatro fábricas alemanas de Opel por mil millones de euros. Opel ha anunciado que reduciría un 10% la producción en 2009 debido a la reducción de la demanda.

Ayer la dirección de General Motors Europa instó a los representantes sindicales de todas sus plantas a afrontar una reducción de costes de manera «urgente e inmediata», con el objetivo de paliar cuanto antes la falta de liquidez por la que atraviesa el grupo. La multinacional anunció que va a congelar de manera inmediata los salarios y las bonificaciones de todos sus directivos, y pidió a los sindicatos estudiar, de manera local, posibles recortes de costes que se puedan aplicar en cada factoría. En Londres, los dirigentes del sector automóvil británico también pidieron a su Gobierno medidas de apoyo.