Escándalo es pagar 725.000 euros por no jugar
Joseba ITURRIA
Algunos se escandalizan porque un jugador que acababa contrato y jugó 72 partidos, 64 como titular a muy buen nivel, en sus dos últimas campañas previas a la renovación tenga una ficha de 710.000 euros brutos firmada con el club en Primera, una cantidad muy normalita para lo que hay en esta categoría. Si Mikel Alonso se hubiera ido al Athletic -al acabar contrato y con su rendimiento en esos dos últimos años no le faltaban ofertas para cobrar más- se le habría llamado pesetero y traidor. Pierde dinero por quedarse, no le acompañan las lesiones, el club baja a Segunda y accede a irse cuando se lo piden para quitarse su ficha el primer año. Intenta hacer lo mismo en el segundo sin poder hacerlo, está dispuesto a rebajar su ficha para jugar y no se le hace ningún planteamiento. Sólo se le deja la opción de presentar una demanda para evitar entrar en el ERE y accede a cobrar 725.000 euros por no jugar. Ese es el escándalo. Porque a la Real le faltan jugadores y, si se hubiera gestionado este caso como el de Rivas, por casi lo mismo, con una rebaja de un 40% que habría aceptado, Lillo tendría ahora un jugador más.