Aresti, poesía comprometida con las necesidades del pueblo
Tras la cita realizada con Bernardo Atxaga y la dedicada a Bitoriano Gandiaga, con Iñaki Irazu y Gontzal Mendibil como ponentes, Bilbo Zaharra Forum enfocó ayer su mirada en Gabriel Aresti, analizando su poesía con el escritor Koldo Izagirre y el músico Joseba Tapia.A. BILBAO | BILBO
La tercera jornada del programa dedicado a la poesía que el Bilbo Zaharra Forum ha ofrecido en Bilbo tenía ayer a Gabriel Aresti como protagonista. Koldo Izagirre y Joseba Tapia fueron los invitados para departir sobre la obra poética del bilbaino, en el 75 aniversario de su nacimiento.
Según Izagirre, que participó en la reedición que hace algunos años Susa hizo de «Harri eta herri», «no hay un único Aresti como poeta, pues son muchas las corrientes -simbolistas, realistas, poesía confesional...-, que desarrolló». Hablamos, por lo tanto, de un poeta complejo, «un intelectual comprometido que como escritor cultivó el teatro, el cuento, la poesía o los artículos, además de ser un vivo polemista». Una figura única y poco usual en su tiempo, comparable, quizá, a Lizardi. La singularidad de Aresti se debe, a juicio de Izagirre, a que «supo conectar con las necesidades del pueblo en un su momento», al igual que Iparragirre en el siglo XIX. «Euskal Herria tenía una urgencia de mostrar su rabia, de luchar contra el franquismo», y Aresti lo supo hacer, «dignificando el euskera». Para lo cual «Harri eta herri» fue «fundamental para salvar el idioma del purismo y dotarlo de un mensaje moderno».
Ignorado y reivindicado
El inquieto escritor bilbaino «cantaba temas universales y, hasta su poesía social, emana una gran ternura». Por otro lado, en cuanto a su temática, «trató la posguerra, y puso a Bilbo dentro del mapa de la euskal literatura, convirtiéndola en la ciudad de su poesía». Un Bilbo, prosiguió Izagirre, «más interesante y contradictorio que el actual, lleno de vigor y de luchas, un lugar antipoético al que Aresti dotó de una nueva belleza poética». Una poesía, en definitiva, «moderna y contemporánea».
En cuanto a la tradición, «la conocía muy bien y hacía uso de ella», aclara Izagirre, quien resalta que «con su implicación, pasó del simbolismo al realismo», con la utilización de un «yo colectivo y anónimo». Aresti, cuya poesía se ha tenído muy presente en diversos actos estos últimos años, «a pesar de ser una figura clave del siglo veinte, ha estado ignorado por las autoridades», según apunta el pasaiarra. «Aparte de una placa o alguna calle aquí o allá, su obra no se ha tenido en cuenta en los libros de texto», por ejemplo, «no ha sido considerado como un poeta nacional». Pero, por otra parte, «ha sido descubierto y reivindicado por las nuevas generaciones», como pasó en su día con Mirande, también marginado e ignorado.
En el acto de ayer, Joseba Tapia acompañó a Izagirre con su triki, para cantar los poemas de Aresti que en su día musicó Natxo de Felipe y cantó Oskorri, «convirtiéndolas en populares». Según Tapia, acostumbrado a crear la música antes que la letra «trabajar con poesía supone crear las melodías después, lo que rompe nuestra costumbre», en un proceso que «exige mayor esfuerzo» y del que surgen «bellas sorpresas», matizó Joseba Tapia.