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Xabier Silveira Bertsolaria

Igual que me dices la A te digo la B

Pero la verdad ajena no gusta en la casa de los cristales rotos, ni siquiera en verso, de ahí que sobre ataques a la libertad de expresión sienta yo mucho que decir

Atacada la libertad de expresión, ¿Qué nos queda? La libertad de expresión, diosa de las libertades, respetada por toda persona con dignidad, jamás puede ser atacada. La falta de argumento, la escasez de fundamento en sus razones, son las que derivan en ataques a la libertad de expresión.

Y es que sucede a veces, demasiadas, (ultimamente hay gente que me dice eso de que sólo me ve en la tele, pero me late que eso se va a acabar) sucede demasiadas veces que la libertad es tan de juguete que la expresión se torna complicada, difícil, imposible; bueno, dejémosla en improbable.

Partamos de que con la verdad se va a todas partes, y que en todas partes nos encontramos con otras verdades, las cuales, no por no ser la nuestra tienen que dejar de ser verdad. Si nuestra dedicación es informar, nos dedicamos a recoger verdades y airearlas para que todo aquel que sea consumidor de nuestro trabajo reflexione o adquiera conocimiento en torno a ellas.

Pero la verdad ajena no gusta en la casa de los cristales rotos, ni siquiera en verso, de ahí que sobre ataques a la libertad de expresión sienta yo mucho que decir.

Por empezar con una final. ¿Cuándo, en la era del bertso fashion, se ha dejado de emitir una azken agurra del campeón del evento? Pues cuando decía así: »Gure herria maite dutenez/ bizitza ematen dutenei...». Hoy es el día, casi once años después, que suena de móvil a móvil y cierran bares mientras se escucha en los bafles. Baja Modesto que sube Silveira. Porque la libertad se hace, no se dice. Lo que sí se dice, por cierto, es que en el bertso saio que se hace en Oiartzun cada principio de año no se colocan placas con el logotipo de los organizadores -Etxerat- en los micrófonos porque si no no se emitiría en ETB. Se dice que todavía sucede, no lo sé, pero aseguro que ha ocurrido durante años. Y añado, cada vez que se les ha antojado han metido la tijera en «Hitzetik Hortzera». Lo han hecho con mis bertsos, el programa que emitían en directo y lo cortaron pues Iturriaga, Elorza, Irazu y Lujambio se les iban de las manos y lo han hecho siempre desde aquellos tiempos hasta hoy. No se puede decir que nadie les opusiera demasiada resistencia pero, ¿si hacen eso con un programa nuestro, de los bertsolaris, cómo funciona el resto?

Pues funciona como funciona. Colaboradores que suben a Miramon con un amigo torturado en el Hospital Donostia, a 200 metros, que hablan de putas porque de política no se podía, repito, no se podía, al igual que hice yo. «Zein putagoa esan nahi duena alde batera utzi eta putetaz hitzegiten duena baino?» Funciona invitando a famosillos cercanos a la izquierda abertzale a tertulias en las que el presentador hace y deshace a gusto de Imaz. Me pasó a mí, y yo, aunque ocupe mucho, sólo soy uno. Multiplica, cariño.

La libertad de expresión no es monopolio de quien encontró el chollo de su vida en una de las piezas fundamentales de la estrategia del PNV como es EITB. Si acaso a alguien sus dos mil euros mensuales le han hecho olvidar lo que sucede en el lugar en el que vive, eso, se siente, pero no es relativo a la libertad de expresión.

Me gusta terminar parafraseando inicios, ¿atacada la libertad de expresión, qué nos queda?

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