«¿UN ERE? AL PRINCIPIO DECíAMOS: ES IMPOSIBLE, LA EMPRESA VA BIEN, EN 2007 HICIMOS RéCORD DE PRODUCTIVIDAD»
Multitud de empresas se están sumando a la demanda de expedientes para modificar el funcionamiento de sus centros. Los objetivos de estas decisiones no están muy claros, pero lo cierto es que muchas están haciendo bien poco por la continuidad de sus trabajadores, por quienes día a día, con su sudor y su tiempo, sacan adelante las empresas.
Amaia ZURUTUZA
Parece que la palabra ERE se ha puesto de moda en los últimos meses. Moda sería algo así como «lo que se lleva», y parece que en lo referido al mundo laboral es lo que se lleva; ERE por aquí, ERE por allá. Pero las duras consecuencias de esta realidad las están sufriendo miles y miles de trabajadores. Consecuencias que crean entre otras cosas mucha incertidumbre, impotencia, miedo, nerviosismo... un sinfín de sentimientos derivados de la falta de seguridad relacionado con el puesto de trabajo de uno mismo, y derivados también de la realidad que rodea a todos estos expedientes de regulación de empleo.
La zona guipuzcoana de Andoain es un buen exponente de esta situación, ya que muchos trabajadores están sufriendo las decisiones que están adoptando sus respectivos directivos. Los 172 trabajadores de la empresa Inquitex llevan desde el 19 de diciembre, día en que la empresa se acogió a la Ley Concursal, con el nerviosismo metido en el cuerpo.
Mariano Torres lleva 31 años trabajando en la empresa, «más de media vida», como él dice. «Esta empresa tiene viabilidad pero no han presentado ningún plan al respecto» se lamenta. «Quieren seguir chupando de la vaca, como siempre, y que los trabajadores paguemos las consecuencias. Aquí se trata de quitarse a la máxima gente posible por la cara», denuncia.
Destrucción del empleo
No es una impresión única y personal de Torres. Tras la multitud de EREs que se están presentando más de un trabajador y más de un sindicato ya han empezado a denunciar que muchas empresas están aprovechando la actual coyuntura económica para profundizar en la destrucción del empleo.
En este sistema capitalista el tener un trabajo es una cuestión necesaria, en definitiva, para tener unos ingresos a fin de mes. Y no para despilfarrar o tener una vida de excesos, sino para, simplemente, sobrevivir, si se puede «dignamente». Y la primera consecuencia de estos movimientos que se están llevando a cabo es que muchos trabajadores ven peligrar los ingresos en cuestión. «Estamos todos desmotivados, porque no somos una empresa que ganemos un sueldo apabullante, el obrero andará por las 200.000 pesetas trabajando sábados, festivos y noches» cuenta Torres. Y añade que «se vive al día prácticamente, porque no puedes ahorrar, la mayoría de la gente está metida en hipotecas, vamos cobrando a cuentagotas, se puede decir que nos deben el 60% de la paga extraordinaria de Navidad, nos han pagado solo el 25% del mes de diciembre...».
Que el sueldo de cada uno peligre afecta, y mucho, pero esta realidad tiene más caras, como es la incapacidad de poder justificar las medidas que se están llevando a cabo. «No creía que pudiera pasar esto. Esta empresa ha sido una empresa que ha dado mucho trabajo en Andoain, con unas direcciones correctas», cuenta Torres, «lo que aquí pasa es que en principio nos compró una empresa de Barcelona, aquellos nos robaron, atracaron y se lo vendieron a otro grupo de gestión capital-riesgo. Y resulta que esos compran pero no ponen un duro. Es un pelotazo».
Juan Antonio Arizala, también trabajador de Inquitex desde hace 16 años cree lo mismo. «Estos han hecho un agujero durante los últimos 2 meses, para declararse insolventes, meterse en la Ley Concursal y aprovechar la crisis para que les salga gratis la limpieza», relata. «En 2007 tuvieron muchos beneficios, muchos, y en 2008 todo a la mierda. ¿Por que?», se pregunta Torres y tiene clara la respuesta: «porque lo han buscado ellos».
Es duro para muchos trabajadores ver que su puesto de trabajo y el de sus compañeros peligra y que la razón no es la falta de viabilidad de la empresa, sino el modelo de gestión de los directivos. Al fin y al cabo vivir una situación complicada o difícil cuesta, pero cuando no se encuentra una razón es aún peor.
Arizala relata la difícil situación en la que se encuentran muchos de sus compañeros. «Hay gente que está a punto de jubilarse y les han metido en el mismo carro, no han hecho distinción de ninguna clase. Hay muchos que les cae con 55 para arriba, búscales ahora donde meterse», se lamenta.
«Te miran como si fueras mierda»
El sentimiento de falta de consideración es también una constante en muchos de estos trabajadores. «Para la empresa somos números, nada más, eso lo tenemos claro» dice Arizala. «La gente está desmotivada, porque en vez de hacer las cosas como hay que hacerlas con ética y educación, no. No te tratan ni como persona, porque te miran como si fueras mierda, así de claro» añade Torres. «Ves el palo que te han dado, después de tantos años de tu vida... para que de la noche a la mañana, ¡pum!, no tengan ninguna consideración ni contigo ni con tus compañeros».
«Si me tengo que ir, pues me voy, pero que me manden con lo mío, y los que se vayan que les manden con lo suyo, en unas condiciones buenas, con lo que marca la ley en un despido improcedente que serían 45 días por año, eso como mínimo» dice Torres. «La salud no aguanta, estamos deseando que acabe todo esto... a ver si se pueden asentar las cosas en casa, con la familia, con los amigos, que es lo principal. Lo estamos pasando muy mal, hay gente que no llega, no llega», dice Torres, y lo confirma su compañero «entre hipotecas e hijos... al final te las ves».
Y entre tanta incertidumbre y y sentimiento de falta de respeto aún les quedan palabras de solidaridad y de unión. Porque tal y como cuenta Torres «de todas maneras la moral la tenemos alta y vamos a aseguir peleando» y añade, «por ahora estamos bastante unidos, cuando nos juntamos y se decide una cosa vamos todos a una». Y no se olvida de los miles de trabajadores que están en la misma o parecida situación, ni de agradecer los buenos gestos recibidos. «Hemos tenido apoyo de lo cual estamos muy agradecidos y les damos las gracias, y también queremos solidarizarnos con todos los compañeros que están en la misma situación que nosotros y decirles que no se hundan y que sigan luchando, estamos con ellos y que sigan peleando, nosotros vamos a continuar luchando, no vamos a parar». Y concluye «lo que está claro es que ya no hay empresarios, hay especuladores».
Arizala muestra su deseo de que «para la gente que quede en la fábrica, si hay un proyecto, le pediría al Gobierno vasco y a la Diputación que se mojen, que si les dan fondos que controlen que sean realmente para lo que se están pidiendo, y que se asegure una buena gestión, para que al menos la gente que se quede en la fábrica tenga un buen futuro laboral».
Eneko Martiarena es trabajador de Kortusa de Andoain y lleva meses en el paro a consecuencia del ERE presentado por la empresa. También denuncia la falta de consideración por parte de la dirección. «El 13 de octubre el director puso una simple nota en el panel de anuncios diciendo que a partir del uno de noviembre iba a entrar en rigor un ERE. Lo daba por hecho». Al final, fue el 17 de noviembre cuando el expediente que ha mandado al 50% de la plantilla al desempleo por seis meses se puso en marcha.
Martiarena habla de una cuestión importante en todos estos expedientes que se están llevando a cabo, y es que al mandar al trabajador al desempleo el sueldo del mes se reduce considerablemente. Cuenta que tienen sueldos muy bajos «una media de 850 euros al mes». Ante esta realidad «le planteamos al director que con ese sueldo la gente estaba hasta el cuello, que mandándola al desempleo iba a estar dos meses sin cobrar, y luego cobraría unos 700 euros, y le pedimos que cumplimentara los sueldos». Pero la respuesta fue clara: «Nos dijo que la empresa no tiene dinero».
Otra realidad de esta situación es que muchas empresas han presentado los expedientes para un determinado número de trabajadores. En unos casos, como en el de Inquitex, nombres concretos, en otros, números que había que ponerles nombre. «Además nos dijo que nos arregláramos nosotros para decidir quién iba al paro, que a él le daba igual» cuenta Martiarena. No esconde su indignación: «Además tenemos que andar nosotros peleándonos a ver quién se va al paro. Lo de divide y vencerás se lo tienen bien aprendido».
Con Martiarena vuelve a ponerse sobre la mesa la cuestión de las razones reales que están llevando a muchas empresas a presentar estos expedientes. Tal y como denunció el sindicato LAB hace unos días, muchas empresas están poniendo inconvenientes a las peticiones de documentos que justifiquen los EREs. «Le pedimos la documentación mínima para llevar el ERE adelante y nos dio una ridícula memoria» cuenta Martiarena. Pero consiguieron algunos datos. «En 2007 tuvo beneficios superiores a los 170.000 euros, en 2008 la producción fue impresionante, se duplicó, hicimos récord histórico. Y nos dice que no tiene dinero. ¿Cómo que no tiene dinero?»
Y vuelven las sospechas de las que nos hablaba Torres. «Nosotros creemos que lo único que quiere es hacer una reestructuración y está aprovechando el ERE para eso» dice Martiarena. Y nos encontramos con otro punto en común, doloroso y humillante, «el trato del jefe es muy prepotente, algo así como la empresa es mía y hago lo que quiero», relata.
«Somos de usar y tirar»
Tal y como lo hacía Arizala, Martiarena también menciona a la Administración pública, «sentimos mucha impotencia, y aún mas sabiendo que este tipo recibe ayudas económicas de la Administración pública». «El 80% de los EREs se están aceptando. Y en los casos de los EREs productivos, todo el dinero que la empresa ha ganado hasta entonces, ¿se podía utilizar un poco para no perjudicar tanto al trabajador no? Que va, todo a sus bolsillos. Los trabajadores somos de usar y tirar» denuncia. «Tienes un sentimiento de impotencia... es impresionante», termina.
Jokin Txapartegi trabaja en la empresa Kelan Electrónica de Lasarte y desde el 6 de octubre, al igual que sus once compañeros de trabajo, trabaja de martes a jueves y es desempleado los lunes y viernes. Txapartegi cuenta cómo cuando el director propuso el ERE recurrieron a los datos relacionados con la empresa y se percataron de que se movía mucho dinero. «Había gastos, unos 250.000 euros, relacionados con un coche, gastos de locomoción, gasolina... entonces lo que nosotros dijimos es que en vez de ahorrar gastos mandándonos a nosotros al desempleo, había otros sitios de donde recortar». Pero la empresa presentó un ERE productivo, no económico, por lo que aún teniendo las mismas ganancias pueden mantener la demanda del expediente de regulación, porque la productividad ha descendido.
También Txapartegi y sus compañeros de trabajo creían que esta situación no iba a llegar. «¿Un ERE?, al principio decíamos: es imposible, la empresa va bien, año tras año hemos ido aumentando la productividad, en el 2007 hicimos el récord. Pero claro, luego hacen las comparaciones con el mejor año».
Una vez más Txapartegi nos habla de consecuencias tan obvias como «en el trabajo hay tensión, el encargado metiendo prisa, hay un ambiente malo, un trabajador ya ha dejado su puesto, otros están buscando en otros sitios...» Y ellos también le pidieron a su director que cumplimentara los sueldos pero la respuesta fue la misma, «ni pensarlo, no».
Txapartegi coincide con Martiarena cuando dice que, «yo creo que lo hacen al revés, en vez de intentar dar lo que puedan al trabajador, le quitan todo lo que pueden». Y una vez más mención para la Administración, «yo hecho en falta más control por parte del Ministerio de Trabajo y no sólo cuando las cosas van mal. Si han ganado tanto, ¿tendrán que guardar algo para cuando las cosas vayan mal, no?», y sentencia, «al final es el sistema el que está mal montado, tienen formas para hacer lo que quieren». El sistema capitalista, que hace poco el escritor uruguayo Eduardo Galeano calificó como «sistema que privatiza sus ganancias pero tiene tiene la amabilidad de socializar sus pérdidas». Todo un alarde de solidaridad.
lleva Mariano Torres trabajando en la empresa Inquitex. Ahora, la dirección quiere llevar a cabo el despido de 21 trabajadores mediante un ERE.