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Retratos subjetivos PSE-PSOE

Un partido con músicas y al borde de su vértigo

Tuvo que volver Felipe González al astelena de Eibar para que la campaña del PSE cogiera algo de fuerza y hasta Patxi López se animara a subir el volumen de su amplificador. Porque el PSE ha decidido no subir el tono. Nadie quiere movilizar a sus adversarios.

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Iñaki IRIONDO

Con el remake de Felipe González de su mitin en el Astelena de hace 33 años, se ha recordado también que ya entonces fue boicoteado por la izquierda abertzale y que fuera estaban «los grises». Se podía haber hecho también una mención más explícita a la actuación del «servicio del orden» del PSOE. Ayer como hoy porras, cócteles, bombazos y mazazos, ¡qué poco hemos evolucionado!

A los pocos años de que Patxi López hubiera acudido a Eibar a aquel mitin de FG (por no poner X) el hoy candidato a lehendakari ya andaba por ahí bailando «Sarri Sarri» de Kortatu. Dice que el grupo le gustaba y también Hertzainak. Y antes Mikel Laboa, Pantxoa eta Peio y hasta Gorka Knörr, con el que luego coincidió en el Parlamento. Como todavía no sabía tanto euskara, se dejaría llevar por la música y se ahorraba un montón de disgustos con las letras (por las que entonces no pasaba nada y hoy puedes acabar en la Audiencia Nacional. Es lo que llaman desarrollo de la democracia. Aunque dice Patxi López que también ha escuchado a Sociedad Alkoholica que son de los han pasado recientemente por delante del juez)

Es que Patxi López es un apasionado de la música. (Vas a entrevistarle con un grabador mp3 y te pregunta cuántas canciones entran) y se ha empeñado además en poner una canción a cada acto electoral. Porque el candidato cultiva su imagen de hombre normal. Y lo cultiva tanto que, la verdad, a uno se le hace difícil verlo de lehendakari. No tiene aspecto de «estadista», se diría que casi ni siquiera tiene perfil institucional. Por ejemplo, quien suscribe no tiene ni idea de trajes y corbatas, pero el aspecto de Patxi López le parece más propio de un ejecutivo medio de la banca vizcaina que de un gobernante. En su currículo no figura una carrera superior, sólo «estudios de ingeniería industrial» que descritos así suenan a inacabados. Son detalles accesorios e intrascendentes, pero parece demasiado normal para sentarse en Ajuria Enea llegando desde un partido de la oposición. Si fuera por inercia del partido gobernante, sería otra cosa.

A Patxi López no se le conoce, por ejemplo, ninguna iniciativa política de calado. En el pasado proceso negociador se mantuvo en segunda línea, dejando que el peso del PSE lo llevaran Jesús Eguiguren y Rodolfo Ares.

Pero, sea como fuere, lo cierto es que las encuestas le conceden la posibilidad más cierta de ser lehendakari que nunca ha tenido un político que no fuera del PNV. Los números no dicen que vaya a ganar, pero con el regalo de los votos del PP podría alcanzar Ajuria Enea.

¿Cuál es el precio?

Y ahí es donde entra en escena el factor del vértigo. Quizá no el de Patxi López, pero sí el del PSOE. ¿Cuál es el precio de arrebatar el poder al PNV no habiendo sido el partido más votado? ¿Qué influencia puede tener eso en Madrid donde José Luis Rodríguez Zapatero no está sobrado de apoyos?

López ha recordado hasta la fecha que resulta investido el que más escaños consigue que le apoyen en el Parlamento y añade que el PNV tiene la Diputación de Gipuzkoa siendo la segunda fuerza (el PSE no cuenta los votos anulados de ANV) y la de Araba pese a que fueron los terceros (¡Qué gran negociación la que hizo Txarli Prieto!)

Pero no es lo mismo. Y el PSE y el PSOE lo saben. Dice Rodríguez Zapatero que López tendrá las manos libres para hacer lo que quiera. ¿Repasamos aquellas declaraciones de que Zapatero estaba con el PSN y el Gobierno de cambio de Puras? ¿Y lo que decía José Blanco de que nunca apoyarían a UPN?

Entre tanto, mientras se esperan los resultados del domingo y llega la hora de tomar decisiones, por si acaso Patxi López lleva ya un tiempo distinguiendo entre Juan José Ibarretxe y el PNV, criticando al candidato y abrazándose con el partido. Si gana el PNV, pero sin asegurarse matemáticamente la elección del lehendakari, quizá el PSE o el PSOE decidan que su victoria puede ser que gobiernen los jeltzales pero sin Ibarretxe. Primero en minoría, con el apoyo puntual del PSE, y después ya se verá. Igual es a eso a lo que los estrategas del PSE le llaman realmente el cambio tranquilo. Y hasta puede que la cosa le guste al EBB.

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