Son muchos los entrenadores que, sobre todo cuando dan con «su» equipo, estrujan a una docena de jugadores y sólo en determinadas circunstancias tiran de fondo de armario. También los hay quienes prefieren dosificar esfuerzos de forma regular y aprovechar al máximo la amplitud de sus plantillas.

Como todas las teorías, la de las rotaciones tiene partidarios y detractores. Y parece claro que Joaquín Caparrós se encuentra entre los segundos, teniendo en cuenta que poquito más de la mitad de la plantilla ha disputado casi el 90% de los minutos de competición. A excepción de los interiores, donde el técnico ha ido combinando las posibilidades que le ofrecen David López, Markel Susaeta, Fran Yeste y, en menor medida, Igor Gabilondo, no hay muchas posibilidades de equivocación a la hora de prever una alineación de Caparrós. Únicamente lesiones o sanciones modifican sus planes.

Sólo una vez esta temporada ha cabido hablar de rotaciones. Y llegaron a lo grande, con más de media docena de «no habituales» en el once que se enfrentó al Almería. Un encuentro en la recta final del maratoniano mesde enero, encajonado entre el doble duelo copero ante el Sporting y en el que Caparrós no quiso forzar más la máquina de unos jugadores a los que todavía les quedaba un duro camino por delante.

La apuesta salió mal, teniendo en cuenta que se saldó con la primera derrota del Athletic en ocho semanas, pero la controversia sobre las rotaciones no quedó totalmente zanjada. Sus partidarios tuvieron claro que se había pecado por exceso.

Un mes después, el debate se reabre con un desencadenante evidente, el doble duelo frente al Sevilla. Y parece probable que, si los resultados no son buenos, habrá críticas para Caparrós, sea cual sea su decisión.

Es evidente que el Athletic disputa el miércoles el, por ahora, partido más importante de la temporada. Así que es igualmente evidente que el técnico debe alinear su equipo de gala.

El problema llega con el choque que disputarán los rojiblancos, ante idéntico rival, cuatro días antes, que también puede considerarse una cita sumamente importante. Por sus repercusiones clasificatorias -un triunfo mantendría al Athletic en la parte noble de la tabla, pero una derrota, ya en pleno Everest liguero, podría complicar su futuro-, e incluso por las anímicas. «Si ganamos el sábado, vamos a partir con una pequeña ventaja y moralmente vamos a estar mejor», reconocía Javi Martínez, con una opinión que también se comparte desde el bando hispalense.

Riesgos

Y ahí llegan las incógnitas. ¿Qué merece más la pena? ¿Debilitar al equipo, arriesgándose a una derrota en Liga, a cambio de que los mejores jugadores estén en plenas condiciones para la cita del miércoles? ¿O buscar el pleno, con los riesgos que ello puede conllevar? Dudas que aumentan cuando tampoco se sabe qué va a hacer el rival.

La respuesta, evidentemente, corresponde exclusivamente a Joaquín Caparrós, en cuyo pellejo pocos querrían estar estos días y cuyos planes no están demasiado claros por ahora. Aunque algunos detalles percibidos a lo largo de la semana en Lezama pueden invitar a pensar que el técnico vaya a reservar a algunos de sus mejores hombres para el choque del miércoles.

El técnico andaluz, al menos, tiene algo a su favor. Pese al fuerte golpe recibido la víspera, Javi Martínez entrenó ayer con absoluta normalidad, con lo que sólo hay dos inquilinos en la enfermería rojiblanca, Ander Murillo y Joseba del Olmo -aunque Fran Yeste se perderá el partido de mañana por sanción-. Algo que le permitirá manejar la plantilla a su antojo. Ahora sólo falta que acierte.