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Raimundo Fitero

Minutos eternos

Un minuto son sesenta segundos, o dicho en términos televisivos, un minuto son cincuenta y nueve minutos y uno más. En el debate a seis que ofreció ETB-2, los minutos, eran «molto longos», eternos en muchas ocasiones, y si algo podían provocar en los ciento setenta y tres mil telespectadores que según los datos computados vieron esta nueva vuelta de tuerca institucional cargada de cinismo electoral, es la desmovilización. Esas seis personas que eran las cabeza de lista de unos partidos políticos que aseguran defender unas opciones políticas diferenciadas, pero que se parecen demasiado, no dieron muestras de inteligencia humana, simplemente de ser unos productos, unos simples transmisores de unas frases hechas la mayoría de ellas vacías absolutamente de contenido, que repiten sin saber ni siquiera lo que significan.

Un minuto tras un minuto, hasta sumar cerca de cien, es un despilfarro de energía, y como todo es mentira, absoluta o parcialmente mentira, el valor de este debate es nulo. No pueden haber convencido a nadie a cambiar su voto, mas al contrario, pueden haber inducido a muchos a la abstención porque lo que salga de las urnas estará lastrado, será falsario, como falsarios son los posibles ejecutores de los pactos para repartirse el pastel y tener el boletín oficial para dejar constancia de las adjudicaciones de las obras al mejor amigo.

El material en venta era deplorable, ninguno de los seis producía algo más que tedio y conmiseración por su evidente falta de recursos dialécticos o ideas. El esquema, formato, manera de hacerlo, infumable, televisivamente un atraso, un encadenado de impericias, pero como se trataba de hacer el paripé, lo hicieron bien. Y ahí veíamos al padre Madrazo soltando frases de su evangelio de parásito, a Basagoiti bailando la yenka, al señor López acelerado, con su tic ocular creciente, a Ibarretxe como un embajador plenipotenciario de la corona, y a los otros dos matizando lo imposible. Solamente faltó que a alguno de ellos les sonara el móvil con ese politono que anuncian con sonidos de pedos. Estaban en ese nivel de comunicación. Minutos de la basura, minutos perdidos, minutos eternos.

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