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U2 estreba «NO LINE ON THE HORIZON»

U2 recobra su mejor pasado veinticinco años después de «War»

U2 surge en Dublín en 1976, en plena explosión punk. Su estilo cruza la cara del rock, la epopeya del folk y el desparpajo del punk. «Boy» y «October» lo situaron en una buena posición, aunque fue «War» (1983) el disco que verdaderamente reflejó el potencial de la banda irlandesa. «No line on the horizon», su nuevo álbum, prolonga con brillo la primera década del cuarteto, completada con dos cortes donde U2 se muestra con inesperado potencial bailongo.

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Pablo CABEZA | BILBO

Gracias a una edición australiana que, por equívoco, salió a las tiendas hace unas semanas, se posibilitó la escucha anticipada de «No line on the horizon», el nuevo trabajo de U2. Álbum que se publica en Irlanda hoy mismo, en Europa el próximo lunes y el martes en el resto del mundo.

U2 comenzó a trabajar en el sucesor de «How to dismantle an atomic bomb» en julio de 2006 bajo la supervisión del barbudo y hamburguesero estadounidense Rick Rubin, productor de considerable prestigio. Rubin fue pionero al mezclar rock con rap, lo hizo al fundir a Aerosmith con Run DMC en «Walk this way» (1985). Es también el responsable de las impecables grabaciones que Johnny Cash realizó en la serie «American recording», donde intérprete y productor lograron algunos acabados de extrema sensibilidad. U2 eligió a Rubin, para muchos el productor más influyente de los últimos veinte años, por su experiencia entre el rock y las formaciones con una poderosa base rítmica, desde System of a Down a Red Hot Chili Peppers, ambas también con evidente presencia vocal. Con Rick grabaron una buena mano de canciones al sur del Estado francés y en los estudios Abbey Road de Londres. De hecho dos de las canciones de esas sesiones llegaron a publicarse en el recopilatorio «U2 18 singles»: «The saints are coming», apoyada por la buena actuación de los californianos Green Day, y «Window in the skies».

Sin embargo, la mayoría de aquellas grabaciones fueron rechazadas por The Edge y Bono. Éste también apuntó, a finales de 2006, que el grupo iba a tomar una dirección muy diferente a la conocida y que incluso el rock podría desaparecer de sus canciones. Un año después, declaraciones de Bono apuntaban que el disco contendría composiciones cercanas al trance, género de la música electrónica, compuesto por sonidos sintéticos, atmósferas envolventes, graves redondos, arpegios... y melodías muy elaboradas. Escuchado «No line on the horizon» se vislumbran los restos de aquellos días en dos cortes, precisamente la canción que da título al álbum y el tema elegido como primer single, el bailón y poderoso «Get on your boots». También señaló que, no obstante, habría guitarras de aspecto duro. Evidentemente el vocalista especulaba con los arreglos de las canciones y el trabajo del productor.

En un año los puntos de vista de Bono cambiaron respecto al destino musical del nuevo álbum. La cuestión se zanjó, en principio con el pago del finiquito a Rick Rubin y la contratación como productores de dos viejos (en realidad veteranos) amigos: Brian Eno y Daniel Lanoise. Con todo, The Edge apuntó a la revista «Mojo» que el material de Rubin se revisaría en un futuro. Conocidos los nuevos productores y su historial, descostillado «No line on the horizon», el sonido encaja de forma coherente. En «No line on the horizon» predominan los ambientes. Es un trabajo atmosférico, muy emotivo, donde se percibe la experiencia electrónica de Eno y la sencillez de Lanois. En realidad, sugiere que ambos han podido repartirse las canciones; para Eno, los cortes con más teclados, incluso los temas más frondosos, y para Lanois, las zonas más delicadas y abundantes, las que se hallan entre la neblina de la portada.

Bajo estas líneas generales, U2 ha dividido el álbum en dos destinos: discoteca y aventura. Preocupa que el disco se inicie discotequero, ya que experiencias anteriores, en este sentido, nos han mostrado la cara más vulgar de U2; sin embargo, el tema «No line on the horizon» posee una entidad claramente superior a experiencias bailables pasadas.

Le sigue «Magnificent», que rompe con la disco para convertirse en una de las grandes canciones de la historia de U2. Toda la épica de «War» se encuentra en «Magnificent», repleta de arreglos, detalles y aire homérico. The Edge desborda con una amplia variedad de recursos, la melodía se clava en la piel como un piercing imperecedero y el bajo hunde armadas invencibles con un sonido y una presencia que empequeñece cualquier cañón conocido.

Las teclas marcan el inicio y desarrollo de «Moment of surrender». El tono es sórdido y melancólico. Sus siete minutos vuelven a colocar a U2 en su ambiente más atractivo. El tema es desolador, magnético, repleto de gamas, de extraño ritmo y con Bono en una apreciable interpretación cerrada por una guitarra próxima a la efectividad silenciosa de David Gilmour, de Pink Floyd.

«Unknown caller» es la típica balada U2 entre el medio tiempo, con coros que recuerdan a las maneras de REM. The Edge colma el final con unos guitarrazos soberanamente efectivos. Seis minutos de single a pesar de su longitud.

«I'll go crazy if I don't go crazy tonight» retoma al U2 más folk-rock. Regresa el sonido aventurero, la frondosidad y lo electro-acústico.

Tras cuatro cortes sumergidos en la melancolía positiva, la tendencia se rompe con la abrupta, pesada y bailable «Get on your boots», donde el soul, el funk y el grueso bajo revientan el estómago. Volumen que, no obstante, permite la existencia de una buena línea melódica.

El tono dance se mantiene en «Stand up comedy», otra pieza líder en pista de baile, pero de aspecto rockero y sucia desenvoltura. Un trallazo.

«FEZ - Being born» es, hasta el momento, el primer tema en el que U2 permite el desahogo de cuestionarles. Es un corte menor excesivamente meloso.

Tras cuarenta minutos inesperados, aún restan por escuchar tres títulos partidos por la belleza y las huellas. «White as snow» suena sencilla, plástica y acogedora. «Breathe» ondea el sonido rock más irlandés y profundo de la banda, el tono de aquellos días que tintaron a Big Country o The Alarm. «Cedars of Lebanon» podría haber tenido una sonoridad trip-hop en una versión anterior, pero tras la oportuna revisión suena folk-rock arcano y espiritual, coloreada por el sol que alimenta los esperanzados cedros de Libano.

Tanto Daniel Lanois como Steve Lillywhite han comentado que éste es uno de los mejores discos de la discografía de U2. Son parte interesada, pero desde «Boy», 1980, y «War», 1983, no se había escuchado un álbum de U2 tan inspirado.

 

Tres productores en ayuda de los irlandeses U2

En Euskal Herria, prácticamente no existe la figura del productor. Son escasos los grupos que deciden que una tercera persona mangonee su trabajo o incluso lo cambie con plena autoridad. Los bilbainos We Are Standars se encomendaron a Andy Gill para su nuevo trabajo. Andy terminó siendo un músico más e incluso pidiéndoles derechos de autor. En breve, Berri Txarrak confiará en Steve Albini. Pero los casos son mínimos. El productor no es un enemigo ni un músico dispuesto a destrozar el trabajo del grupo que le contrata, aunque hay casos. En realidad, viene a ser como el ente neutro que amalgama todas las dudas de la banda y les da forma. En países y escenas de larga tradición, si no fuese por la figura del productor, muchos grupos se habrían ido al carajo, pues, a nada que dos personalidades se enfrenten, el grupo puede reventar. Sin embargo, delegando en una persona competente, de confianza, el músico acepta que lo que él haga y decida es lo idóneo. Obviamente, los hay buenos, regulares y malos. Moldeables y férreos. Todo es cuestión también de lo que especifique el contrato. Por lo general, el productor posee conocimientos musicales muy amplios y una gran visión, tanto del conjunto como del detalle. Su presencia puede pasar inadvertida o convertirse en el héroe del disco, aunque no trascienda. Domina el estudio de grabación, conoce de arreglos, de tendencias de mercado, de los diferentes sonidos que puede dar una marca o un modelo de instrumento.

Brian Peter George St. John le Baptiste de la Salle Eno, conocido como Brian Eno, comenzó su carrera profesional como pintoresco teclista de Roxy Music, una de las formaciones más extrovertidas de la década de los setenta. Tras la ruptura del grupo, Eno se inclinó por los sonidos ambientales y electrónicos, no siempre coincidentes. Su carrera en solitario es amplia tanto en colaboraciones como en producciones. De hecho, tampoco es esta la primera vez que colabora con el cuarteto; en realidad, se han encontrado en variadas ocasiones.

Daniel Lanois es también músico. Cuenta con una discografía irregular. Debutó en 1989 con «Acadie», un delicado álbum que emocionó a miles de oyentes. Posteriormente abandonó, en cierta medida, su carrera como artista en solitario para dedicarse de pleno a la producción. Entre sus clientes se encuentran personajes tan densos como Bob Dylan, Peter Gabriel, Robbie Robertson, Emmylou Harris, Ron Sexsmith... y U2, con los que ha trabajado en numerosas ocasiones. El canadiense Daniel es un músico sensible, poético, por lo que puede ser de gran ayuda en los momentos más líricos de la obra. Y dado que «No line on the horizon» es un disco de contrastes, allá donde se pase del baile a lo delicado, se encontrará el punto de vista de Lanois.

El trío de ases de la presente grabación se completa con Steve Lillywhite, otro mago de los estudios con una lista de encargos espectacular. El británico Steve comenzó su apuesta profesional en 1977 y desde entonces no ha parado de producir y mezclar. En el caso del disco de U2 se incorporó una vez iniciado todo el proceso, con más responsabilidad por el lado de las mezclas que por la producción en sí.

En cualquier caso, tres lumbreras que sólo pueden estar al alcance de los proyectos con mayor presupuesto de la escena internacional.

ESTUDIOS

«No line on the horizon» se grabó entre Fez, Marruecos, los estudios de la banda en Dublín, los estudios Platinum Sound de Nueva York y los Olumpic de Londres, a los que habría que añadir los trabajos previos en el sur del Estado francés y Abbey Road.

PORTADA

Rompiendo la sagrada regla de los tercios en el encuadre de imágenes, la fotógrafa Hiroshi Sugimoto parte la evocadora imagen de la portada del nuevo álbum de U2 en dos partes iguales, separadas por la línea del horizonte.

FORMATOS

Como suele ser habitual con los grupos más populares, el disco se publica en diferentes formatos: cedé con libreto de 24 páginas en digipack, doble vinilo con libreto, revista con cedé y una caja con el digipack y un DVD con la película-documental «Linear» .

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