Uwe Boll es un atípico realizador alemán que gusta de la provocación, y que se gana la vida con el no muy bien visto oficio de adaptador de videojuegos a la pantalla. La mayoría de sus películas figuran en la lista de las peores, debido a que son de bajo presupuesto y no cuidan los guiones. Con «En el nombre del rey» ha contado por primera vez con una producción más holgada, pese a que no deja de ser una copia barata de «El señor de los anillos». Sorprende, no obstante, que semejante patán haya podido reunir a un reparto internacional de relumbrón. Si la crítica le sigue dando ya sabe lo que le espera, porque es aficionado a retar a combates de boxeo a quienes abominan de su cochambroso cine. Con la posterior comedia «Postal» ha querido ir todavía más lejos, al incluir bromas sobre el 11-S.