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Maite SOROA | msoroa@gara.net

El macero de Lazkao

Tengo por cierto que si se convocara un concurso de memos, los miembros del jurado tendrían que pedir excedencia en sus respectivos puestos de trabajo para atender a tan ingente tarea.

Ayer un tal Hermann Tertsch, habitual en las páginas de «Abc», se refería al Conan de Lazkao como «mi mejor amigo en Lazcano, ese pueblo que algunos llaman ahora Lazkao». Se congratulaba Tertsch porque el zopilote en cuestión «se ha metido en la `herriko taberna' con un martillo pilón. Y les ha reventado la cafetera, el ordenador y la máquina de tabaco». Eso le parece estupendo al columnista de «Abc».

En relación al personaje, avanza una idea: «Se llama Emilio Gutiérrez, no le conozco y debe de ser uno de los pocos de su edad que no se ha tuneado el nombre para ser Jemilio o Txutierrez. Cierto, no todos lo hacen por gusto. Se hace por miedo. Papá y mamá quieren que el niño vaya a la ikastola integrado. Y por eso dan ellos el primer paso para ese principio de la vida en cobardía». O sea, que poner un nombre en euskara a un niño vasco es «vivir en cobardía». La memez es de sobresaliente, ¿verdad?

Según Tertsch , el macero de Lazkao «pensó el otro día que estaba hasta las pelotas. Vendrán muchos cursis a decirnos que uno no se puede tomar la justicia por su mano y que su maravilloso grito de guerra de `ojo por ojo' les parece peligroso. Lo siento mucho». Pensar con las pelotas tiene esos efectos, claro.

Y de ahí el columnista da un salto para mostrarnos alguna de las razones que le han llevado al penoso estado intelectual que acredita: «Soy desde muy pequeño aficionado a las esquelas». ¿Lo ven?

Así llega a donde quería: «soy ferviente seguidor de los óbitos anunciados en el «Correo Español» (perdón) y del «Diario Vasco». Quien comparta la afición, sabe de lo que hablo. La nefasta incultura política en el País Vasco nos ha generado inmensos sufrimientos, pero también algunas tretas graciosas por grotescas. Los que tienen más de sesenta años se suelen morir, como mis viejos amigos caseros en la región, llamándose Ceferino Azpilicueta o Justino Gorribaicelaia o Pancracia Cenarruzabeitia. Los jóvenes que se estrellan por las noches con sus coches tuneados son esos tuneados que se llaman Arkaitz Rodríguez, Iker Karmona o Arbelaitz Contreras». ¡Para mí que el tal Tertsch se ha tuneado el melón!

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