GARA > Idatzia > Iritzia > Editoriala

Cambios que no son tal y situaciones del pasado en escenarios de cambio

Algunas de las declaraciones públicas realizadas por políticos vascos durante esta semana han podido retrotraer a la ciudadanía a tiempos pasados -que no necesariamente lejanos-, y seguramente les han dejado por ello una sensación cuando menos extraña. Una sensación que refleja cómo, pese a que la clase política habla de «cambio» como consecuencia de las fraudulentas elecciones del 1 de marzo -bien sea a favor del mismo o en contra-, los parámetros reales de la política en Euskal Herria no han cambiado tanto. No al menos de momento. No al menos en estas condiciones.

Sin ir más lejos, las referencias por parte de diferentes dirigentes del PNV a contactos entre militantes de la izquierda abertzale y del PSE en la noche electoral -siendo más exactos, los jelkides las han formulado en clave de «acusación»-, así como las alusiones a una «pinza» entre esas fuerzas para descabalgarlos de Lakua, recuerdan los prolegómenos del pasado proceso de negociación, cuando el EBB acusaba a esos mismos agentes políticos de conspirar para marginarlos.

Cabe hacer al menos dos consideraciones al respecto. La primera tiene que ver con la concreta acusación de llamadas telefónicas entre políticos vascos. Puestos a deshacer teorías conspirativas, convendría que los cuatro dirigentes jelkides que presentaron en público su «propuesta al PSE» para un pacto político hace tan solo una semana presenten las facturas de sus teléfonos y se contabilicen las veces en las que han contactado ellos con dirigentes del PSOE, tanto locales como de la Ejecutiva estatal. Sería un simple ejercicio de transparencia y evitaría falsas elucubraciones sobre relaciones no naturales y maniobras para marginar a terceros.

Por otro lado, en clave más general y volviendo al proceso negociador, cabe recordar que fue el PNV quien se alineó con el PSOE en las conversaciones de Loiola para bloquear a la izquierda abertzale, tal y como han denunciado los políticos independentistas presentes en aquella mesa. Pero también como han reivindicado repetidas veces los líderes jelkides a la hora exigir al PSOE contrapartidas. Por otro lado, si de lo que se habla es de intentar marginar a alguien, ¿qué mayor exclusión que la que se ha perpetrado con las candidaturas de la izquierda abertzale, ante la pasividad o la complicidad del resto de partidos políticos?

De momento los resultados de esas elecciones amañadas no dan para que las llamadas entre jelkides y miembros del PSOE surtan el efecto deseado, no al menos el deseado por la cúpula de Sabin Etxea, quién sabe si también por Ferraz. De igual modo, está claro que el PSOE quería disputar el liderazgo de una nueva fase autonomista, pero no pensaba que quizá y por el momento se fuese a ver obligado a despreciar la colaboración del PNV en esa labor. Pero es cuestión de voluntad política; y de tiempo. La ya mencionada propuesta del PNV muestra cúal es, de momento, la postura de los dirigentes jelkides. No sólo eso. Además le han preparado al PSE un estupendo programa de gobierno socialdemócrata, el famoso Think Gaur Euskadi 2020, pero a su vez ellos se han quedado sin agenda política que gestionar en la oposición.

Así las cosas, la única pinza que se puede vislumbrar es la necesaria para soportar el hedor de aquello que se presenta como nuevo pero huele a viejo, y el olor de lo lo de siempre que, simplemente, apesta.

Cambiando «Irlanda» por «Euskal Herria»

Las noticias que han llegado esta semana desde Irlanda también retrotraen a tiempos pasados. Sin embargo, si miramos más allá de esas noticias y atendemos a la realidad sociopolítica irlandesa, lo cierto es que se trata de estampas del pasado en un escenario de cambio. Todo lo contrario, por lo tanto, de la situación vasca.

No son pocos los que no han podido evitar la tentación de establecer paralelismos entre estos dos conflictos, en la mayoría de casos con cierto desconocimiento sobre el conflicto irlandés y en algunos casos añadiendo una gran dosis de demagogia y de cinismo sobre el caso vasco. Entre estos últimos, paradójicamente habrá quien desde las filas del unionismo hispano o incluso desde la contrainsurgencia vasca coincida con el diagnóstico de los disidentes republicanos, y crea que en el proceso de paz irlandés los cambios no han sido tan sustanciales y que se han dado en términos más bien técnicos: desmilitarización, presos... Obvian así que a raíz de los Acuerdos de Viernes Santo todos los proyectos políticos democráticos son viables bajo unas condiciones negociadas entre las partes, con el único límite de la voluntad de los habitantes de la isla. Ésa es la gran diferencia. Ahí se sitúa el verdadero cambio.

Lo cierto es que todo el mundo sabe que una vez que se abre la puerta a la voluntad democrática de un pueblo, si en ese pueblo existe una clase política con la suficiente altura de miras, con una fuerte determinación y con un proyecto estratégico claro, es cuestión de tiempo que la balanza se incline del lado de quienes luchan por la libertad de ese pueblo. El Sinn Féin es en Irlanda esa fuerza. No cabe duda tampoco de que todo el mundo es consciente de dónde se sitúa esa fuerza en Euskal Herria.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo