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Alex de la Iglesia recrea el Bilbo en llamas de los ochenta en su primera novela

GARA | BILBO

Frenética, torrencial y delirante. Así es la primera novela del cineasta Alex de la Iglesia, «Payasos en la lavadora», un monólogo sobre el Bilbo de los ochenta, escrito hace diez años «desde la ignorancia y el miedo» y que ahora se reedita porque «parece que está de moda una especie de posmodernismo ecléctico», dijo de la Iglesia.

Licenciado en Filosofía, dibujante de cómics desde los diez años, Alex de la Iglesia (Bilbo, 1965) es hoy conocido por ser uno de los cineastas más corrosivos y singulares con títulos como «El día de la bestia», «La comunidad» o «Perdita Durango», y en su primera incursión en la literatura -«y no la última porque quiero escribir más y que esto no parezca un capricho», explica- hace memoria de un Bilbo «muy duro y en llamas». Editada por Seix Barral, «Payasos en la lavadora» acoge el monólogo de Satrústegui, un poeta fracasado y en paro que narra su particular descenso a los infiernos, durante la Semana Grande de Bilbo, ayudado por la drogas, el sexo, las palizas, los ertzainas y los superhéroes. Estas vivencias, con su descenso a las cloacas, las irá escribiendo Satrústegui, alucinado por las drogas y sin un momento de calma, en un ordenador que se ha encontrado en la calle. Pero todo ello salpicado con las reflexiones del protagonista sobre filosofía, cultura pop o el cómic.

Y así se mezcla a Ligueti con Pepito Grillo, el Hombre Araña, Tintín y Milú, Proust, Kafka, Bruce Lee, los Hermanos Marx o la ginebra Larios. De ahí que en la faja del libro la editorial haya puesto para promocionarlo que se trataba de «una mezcla de pop y alta filosofía», algo que no le gusta mucho al autor. «Escribí esta novela desde la ignorancia y el miedo, hace doce años y en un momento muy convulso de mi vida. Acababa de terminar `El día de la bestia' y comenzaba `Perdita Durango'. Era un momento alterado, fértil y con mucha verdad. Y la novela es una explosión de todo lo que tenía en la cabeza», aclaraba.

«Todo lo que digo es cierto», precisaba. Pero Bilbo ha cambiado mucho: «Ya no hay pesetas, Bilbo es una ciudad totalmente distinta, porque antes, recuerdo aquellas noches rojas de los altos hornos, porque antes se hacía la colada, y el cielo se teñía de rojo infierno en la margen izquierda. Todo aquello ha desaparecido. Bilbo ha pasado de ser una ciudad en guerra a una ciudad prácticamente turística».

El libro, acompañado de ilustraciones hechas por él mismo, no ha sido retocado en nada para esta reedición. Es toda una deconstrucción social y cultural porque, según De la Iglesia, para «generar una buena antítesis hay que conocer primero la tesis». En todo caso, un libro que puede ser incluido en ese maremágnum llamado «generación Nocilla».

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