Leyendo el libro escueto «La crisis financiera. Guía para entenderla y explicarla», de Juan Torres López, editado por Attac, se llega a la conclusión, después de mostrar la avaricia de los poderosos y la sumisión de los gobernantes, de que «es la crisis del robo, de la complicidad y de la sumisión y el silencio». Estoy de acuerdo. En el prólogo, además, Pascual Serrano, periodista y autor de varios libros, recuerda que «estamos ante un golpe de Estado, o salimos a la calle o se quedarán [las élites económicas] definitivamente al frente del poder». No sé si llegamos tarde, pero merece la pena intentarlo.

El golpe es financiero, es económico y es social. Los trabajadores estamos pagando a escote la inmensa avaricia de la élite económica, que no ha querido calcular el precio del fracaso del sistema capitalista feroz. ¿Por qué? Fácil, porque saben que las administraciones públicas, con el dinero de todos, socorrerán a este sistema que hace pagar la imprudencia de unos pocos a la población, ya de por sí explotada. Los trabajadores, además, son expulsados de sus empleos y aumenta la pobreza.

Ante tal catástrofe socioeconómica, Francisco González, presidente de BBVA, que el año pasado ganó 20,3 millones de euros, y José Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, que obtuvo unos emolumentos de más de 6,5 millones en 2008, se ponen de acuerdo y, en un intervalo de una semana, nos piden un gran acuerdo social, económico y político para salir de la crisis. Pretenden sellar las posibles voces discrepantes para que nadie cuestione esa transferencia multimillonaria, jamás vista, de recursos económicos públicos hacia las empresas y bancos privados.

Confío en que, una vez más, Euskal Herria sea punta de lanza para la denuncia y la reacción en cadena en contra de una de las mayores agresiones de quienes defienden el capitalismo feroz y del silencio de quienes dicen situarse en el lado de la clase trabajadora y las clases populares. Ya lo dice Juan Torres López en el libro: «para hacerle frente hay que empezar, pues, por animar y ayudar a que los ciudadanos levanten su voz y le digan a los poderosos que hasta aquí hemos llegado».

¡Así, así, ni un paso atrás!