ANÁLISIS Elecciones presidenciales en Argelia
Pocas sorpresas y muchos interrogantes
Las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo jueves no se caracterizarán por la incertidumbre del resultado, ya que se da por sentado que el presidente Abdelaziz Buteflika logrará, una vez más, imponerse en los comicios.
Elena BELOKI RESA
Sin posibilidad alguna para la sorpresa, el 9 de abril Abdelaziz Buteflika será elegido, de nuevo, presidente de Argelia. La campaña electoral dividida entre los partidarios de la contienda y los que llaman a boicotearla no están logrando ningún interés para una ciudadanía ninguneada por su clase dirigente y confrontada a grandes problemas estructurales como la economía rentista, el paro o la violencia. La desafección de la población por el juego político, es pues, la protagonista real, pero también una conducta reivindicada por las nuevas generaciones que, en absoluto, se ven identificadas con un poder corrupto y envejecido.
El 12 de Noviembre del 2008, el presidente Buteflika emprendió una modificación parcial de la Constitución argelina. La modificación posibilitaba que la limitación de los mandatos presidenciales no constituyese un obstáculo para la reelección presidencial. La reforma constitucional no fue llevada a refrendo popular sino que fue la Asamblea parlamentaria quién la ratificó. Asamblea por otra parte, elegida en el 2007 con una escasa participación del 35,65 % de la población.
Una vez superado el principal escollo, Buteflika se presentaba el 9 de marzo como candidato independiente y con el apoyo de tres fuerzas políticas, de los empresarios y de la mayor central sindical, la UGTA. Los candidatos de las anteriores elecciones presidenciales, y representantes de las principales fuerzas políticas decidieron no presentarse ante la falta de garantías evidentes, la desigualdad de condiciones durante la campaña, en los medios de comunicación y la falta de ayudas para realizar la campaña. En definitiva, cinco candidatos-figurantes que nadie conoce, y sacados de la chistera gubernamental, acompañan al presidente en funciones. El escenario, pues, parece controlado y conocido, pero una inquietante obsesión lo oscurece la tasa de abstención.
Desde hace ya varios años, Argelia asiste a una fractura cada vez más importante entre el Estado-administración y la sociedad. La preeminencia del presidente en todas las funciones legislativas, ejecutivas y judiciales y la ausencia de políticas que respondan a las necesidades reales de la población han provocado que ésta no participe activamente en la vida política del país magrebí.
En opinión del escritor Abed Charef, autor de varios libros sobre la situación argelina, la población vivió un sueño entre 1989 y 1991, la experiencia política que se conoció entonces fue, en su opinión, una de las más interesantes del mundo árabe. La oposición tuvo acceso a los medios de comunicación, públicos y privados, la prensa conoció una liberación excepcional y las elecciones multipartidistas debían coronar el proceso. Sin embargo, la intervención del Ejército en enero de 1992 para evitar la victoria del movimiento islamista, FIS, truco dicho proceso. A partir de entonces, el régimen reforzó el control de la sociedad y de las instituciones y utilizó las diferentes constituciones, como la de 1996, y sus modificaciones para bloquear la alternancia de cualquier otra fuerza política y llevar a cabo sus objetivos, como lo demuestra la ultima modificación constitucional efectuada.
La generación postindependencia, que representa más de la mitad del censo electoral (el 58 % de la población es menor de 30 años) muestra escaso interés por estas elecciones. En opinión del sociólogo Tariq Ragi, «un número considerable de estos electores no cree en el acto electoral» y hechos como el reciente aumento de los honorarios de los diputados que llegan a cobrar 30 veces más que el salario mínimo, mientras la tasa del paro entre los jóvenes alcanza en algunos sectores del 40% o persiste la ausencia de una política social destinada a los jóvenes, no contribuye de ninguna forma a modificar esta opinión.
La oposición, a pesar de llamar al boicot activo a las elecciones presidenciales, tampoco sale bien parada de esta rápida radiografía que intentamos realizar. Las fuerzas opositoras como el RCD o el FFS no acompañan a los movimientos sociales. Estas fuerzas, no salen de sus búnkeres, y son parte de esa democracia travestida, de esa democracia «sin representación, con partidos sin militantes». Y en cuanto al movimiento islamista, cabe subrayar que no responde a la estructura estricta de partido y se acerca más a un movimiento de masas con una implantación social importante y una red asistencial que nadie debiera menospreciar. En definitiva, la oposición se contenta con criticar el régimen sin conseguir movilizar a la población y ello a pesar de que el balance del actual equipo presidencial no es satisfactorio.
Al final del año 2008 y concretamente en el mes de diciembre el CNIS (Centro Nacional de Informática y Estadísticas) daba a conocer una serie de datos sobre la economía argelina, que confirmaban la identidad rentista del estado magrebí. En este sentido, Argelia alcanzaba un excedente comercial de 41,93 millardos de dólares durante el año 2008, pero las exportaciones que representaban el 76,10 millardos de dólares habían sido realizadas gracias a los hidrocarburos.