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Incógnitas en Sanidad

Sufriendo. Así llevan meses alrededor de las 70.000 personas que pretenden conseguir un puesto en Osakidetza, o cuando menos quedarse en listas para sustituciones, nuevas necesidades... Estos dos últimos fines de semana se han celebrado los exámenes de la Oferta Pública de Empleo (OPE) de ese Organismo, y para quienes suspendan se ha terminado este tormento, aunque sin plaza... Quienes aprueben, tendrán que seguir sufriendo hasta que termine el proceso de selección. Sufriendo, y no exagero, porque además de que se juegan algo tan importante como un puesto de trabajo, han tenido que preparar la OPE con una batería de preguntas-trampa que, en muchísimos casos, ni los Sindicatos se han puesto de acuerdo en la respuesta correcta e, incluso, ni profesionales de las materias en cuestión respondían con seguridad.

Tres de cada cuatro aspirantes a esta OPE son mujeres y sólo en dos categorías profesionales el número de hombres supera al de mujeres: oficial conductor y oficial de mantenimiento. Y es que la presencia de más mujeres en la medicina es ya un fenómeno imparable. Hasta ahora lo era entre profesionales de enfermería y auxiliares, pero ahora también en la de facultativos, hasta el punto de que a corto plazo serán mayoría. En la última década, las mujeres han pasado del 36% al 46% del total de médicos y médicas de Osakidetza, y en la Facultad de Medicina de la UPV-EHU el 80% de las y los estudiantes actuales son mujeres. Y esa creciente presencia de mujeres, ¿qué tipo de cambios va a suponer? Dos son las incógnitas que se plantean. Por un lado, ¿serán ellas las que se adapten al sistema vigente o tendrá que ser la estructura sanitaria la que introduzca importantes modificaciones? Si muchas más mujeres serán las médicas de la sociedad vasca ¿cómo se conciliará eso con su vida familiar, en la que la corresponsabilidad de los hombres deja aún mucho que desear? El debate ya está aquí y los datos corroboran la necesidad de abordarlo. Por ejemplo, en el ámbito de la atención primaria, donde las mujeres representan el 58%, muchas médicas de familia y pediatras que trabajan en horario de tarde optan por reducciones de jornada, lo que tiene su costo para ellas, no sólo en menor salario, sino, sobre todo, en la generación de derechos para sus pensiones y otras prestaciones sociales.

La otra incógnita, ésta de mayor calado, es, si el aumento del número de mujeres en la profesión va a aportar otros valores muy necesarios para la medicina, si la va a «humanizar». Hay quien mantiene que se notará un cambio en el trato con las y los enfermos, por su mayor capacidad de diálogo y negociación y porque las mujeres, por razón de género, son «cuidadoras» lo que llevará a primar una filosofía más orientada a que la o el paciente es lo primero.

Ya lo veremos... pero eso sólo será posible si se incrementa y ajusta el número de profesionales con el de sus pacientes, para tratarles como personas y no como un número, lo que actualmente es una realidad en la Sanidad de la CAPV.

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