Estando ya en funciones y en su penúltima reunión antes de despedirse el próximo miércoles, el Gobierno tripartito presidido por Juan José Ibarretxe aprobó ayer «un manual para la implantación y desarrollo de la función de control interno y una guía de gobierno responsable en los entes, sociedades y fundaciones del sector público de Euskadi». Además, queda fijada para sus sucesores «la obligatoriedad de su aplicación, y se encomienda a la Oficina de Control Económico la realización de las actuaciones necesarias para la adecuada ejecución de los proyectos».

Llama la atención que después de diez años de gobiernos presididos por Ibarretxe, sea precisamente ahora, cuando han de abandonar sus cargos y a punto de que en las próximas semanas se produzcan cambios en la dirección de los entes, sociedades y fundaciones del sector público, cuando el Ejecutivo autonómico considere «fundamental» disponer de instrumentos de este tipo para que los organismos públicos puedan «salvaguardar sus recursos, mantener su reputación, mejorar su operativa y cubrir sus objetivos estratégicos».

En cualquier caso, lo anunciado ayer por el Gobierno no acomete las reformas de fondo propuestas por el Parlamento tras las irregularidades detectadas en el Guggenheim y en la fundación Balenciaga, cuya implementación quedará en manos del futuro Ejecutivo de Patxi López.

Junto a este acuerdo, el Gabinete en funciones aprobó el decreto sobre habilitación de traductores e intérpretes jurados, así como un paquete de medidas destinadas al ámbito del euskara y la cultura por un valor superior a los 8,1 millones de euros. En otros dos decretos se regulan los centros educativos de cumplimiento de medidas privativas de libertad en la CAV y se crea el Observatorio de la Convivencia Escolar. I.I.

«Estamos superando el mal trago y formando los equipos». Con estas palabras resumió ayer el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, la posición del PNV tras la constatación de que va a perder el Gobierno de Lakua. En una entrevista en Radio Euskadi, Urkullu se mostró a la defensiva, e incómodo cuando se le planteó en repetidas ocasiones si los jeltzales no están teniendo una reacción demasiado dura ante la irrupción de Patxi López, más aún después de que ETA amenazara al futuro gobierno en un comunicado.

Así, al planteársele si se mantendrá el criterio de actuación de no dar «ni agua» al Ejecutivo del PSE, Urkullu afirmó que no fue ésa la expresión que utilizaron, sino la de «ni aire». También se quejó, tras una pregunta de los entrevistadores, de que «resulta cansino el discurso perverso de que existe una complicidad entre el nacionalismo democrático y una organización terrorista, como es ETA, a la que hemos denunciado hasta la saciedad».

En los últimos días, pese a la tibieza de la reacción del PNV, en muchos medios madrileños y vascos se está imponiendo el discurso de que los jeltzales deben bajar el tono de su respuesta ante el pacto PSE-PP y aceptar la situación con «normalidad democrática». Urkullu lo dio por bueno al final de la entrevista. «Todo el PNV tiene que asumir esta nueva etapa», dijo cuando se le preguntó si Juan José Ibarretxe ejercerá como líder de la oposición. Ni siquiera citó su nombre.

El líder del EBB aseguró que no es a su partido a quien hay que pedir cuentas, sino al PSE, «que ha buscado un gobierno débil, en solitario, sólo por el revanchismo y la venganza con el PNV». Cargó también contra la izquierda abertzale, a la que sigue acusando de «haber contribuido a desalojar al nacionalismo del Gobierno Vasco, porque tenían una decisión factible de presentar candidaturas limpias para su participación en las elecciones». En su opinión, también ETA prefiere que el PSOE tome las riendas de Ajuria Enea, «porque siempre ha buscado un interlocutor a nivel de Estado, y quien gobierna España lo hace ahora también en el Gobierno Vasco». GARA